martes, febrero 27, 2007

Vargas Llosa S.A. y los Idiotas. Esquizofrenia, paranoia e idioteces

En su columna quincenal del domingo 11 de febrero, Mario Vargas Llosa vuelve a la carga con su habitual estilo ramplón y agreste cuando lanza sus vastas
expediciones en la \"ensayística política\" o el \"análisis de coyuntura\".

Después de su incursión en el advertising al hacer una apología de la serie de televisión \"24\" y dejarnos en claro su admiración por el agente anti terrorista.
Jack Bauer, ahora hace de \"editor\" oficioso del libro de su vástago, Álvaro Vargas Llosa, y sus socios Plinio Apuleyo y Alberto Montaner, quienes han publicado lo que parece ser la saga de su \"manual del perfecto idiota latinoamericano\", incluyendo \"idiotas\" primermundistas entre los cuales cita a Noam Chomsky, Ignacio Ramonet, Harold Printer y Alfonso Sastre, es decir, de lo mejor del pensamiento crítico, a quienes enlistando junto a políticos y gobernantes Latinoamericanos que detestan, esperan poder descalificar moralmente. Estos pensadores se han destacado por su postura y activismo crítico ante las injusticias y particularmente ante el demencial despropósito estadounidense de apropiarse del mundo, sobre lo cual el escribiente calla en los varios idiomas que conoce. El septuagenario escritor transnacional denota a estas alturas de su amargura la terrible frustración que le provoca que los pueblos latinoamericanos despierten de la larga noche neoliberal y se manifiesten en las urnas por opciones alternativas, así como que la desfachatez imperial evidencie que es finita y vulnerable, descalificando y lanzando denuestos, como \"racismo indígena\" al presidente boliviano Evo Morales, \"esquizofrenia intelectual\" a Noam Chomsky, \"inefable\" a Ignacio Ramonet, \"espesos dramas incomprensibles\" a la literatura del Premio Nobel Harold Printer, a quien se refiere como \"demagogo impresentable\". ¿Celo?, ¿envidia?, ¿amargura?, ¿frustración?, ¿esquizofrenia?, ¿oligofrenia? A lo mejor de todo un poco, a lo mejor tan sólo una manifestación de su degradación moral y de su desvergonzada abyección ante Estados Unidos y los poderes fácticos de la llamada globalización.

Uno hubiera querido encontrar entre los idiotas que cita Vargas Llosa, en el sumario que hace del libro en cuestión, a George W. Bush, pero al más grande de los Vargas no le da para tanto el liberalismo y opta por callar ante los neoconservadores, quizá por solidaridad con el caído.

Su agresividad no tiene límites al referirse a la \"subespecie indígena\"; llegado a este punto del paroxismo \"intelectual\" Vargas Llosa ha decidido sumarse a la lista de despreciables impresentables que encabeza en el Perú el Director del diario Correo.

Como quien quiere hacernos entender que hay dogmatismos buenos, cita en la bibliografía para curar la idiotez a Jean François Revel, Milton Friedman, Karl Popper y Friedrich Hayeck, las vacas sagradas del conservadurismo que navega con bandera de liberal, anticomunistas febriles todos ellos. Más de lo mismo. Por si fuera insuficiente desnudez, coloca al lado de los \"forjadores de sociedades libres\" al mexicano Felipe Calderón, al colombiano Álvaro Uribe, así como al ya manido ejemplo del Chile de Lagos y Bachelet y a la \"promesa salvadoreña\" y tiene el desparpajo de incluir al peruano Alan García, sin importar que sus ligas con Fujimori sean cada vez más evidentes. Taparse la nariz no impide ver lo que está pasando: Alan García ha vuelto por sus fueros; sólo que ahora es de derecha, aunque los idiotas desperfectos lo vean de izquierda.

Tomémoslo como confesión de parte del pensamiento reaccionario: no han renovado sus ideas, ni pueden hacerlo en calidad de sustentadores de un sistema de dominación en crisis y como adoradores de Estados Unidos y la \"democracia\" que suele impulsar a punta de helicópteros artillados, misiles, conspiraciones, mentiras, manipulación, invasiones, horca y exterminio.

La sociedad abierta con la que se ensoñó Popper, el capitalismo o si se prefiere la \"democracia de mercado\", ha devenido en una maquinaria destructiva del hábitat, del bienestar y de la vida en general que promueve la concentración de la riqueza segregando cada vez más seres humanos a los que confina al oscuro mundo de la miseria y la postergación.

A despecho de los humores vargallosianos los pueblos latinoamericanos siguen su camino en la búsqueda de opciones alternativas a un neoliberalismo declinante, tratando de ganar terreno en el contexto de precios favorables para sus exportaciones y del declive imperial de Estados Unidos y su empantanamiento en los desiertos de Afganistán e Irak. Venezuela impulsa acuerdos para la formación de un banco, una compañía de aviación, un canal de televisión, aunados a acuerdos estratégicos para el usufructo de las riquezas naturales en el marco de la integración latinoamericana. Instrumentos todos ellos que fortalecerán la capacidad de preservar la soberanía ante la bravuconería de la clase política estadounidense y las corporaciones transnacionales. Ecuador y Bolivia se encaminan a la elaboración de nuevas Constituciones, el presidente ecuatoriano Correa ha tomado una postura firme ante el TLC con Estados Unidos y el manejo de la deuda externa ilegítima, el presidente Evo Morales sigue a paso firme con la recuperación de las riquezas naturales que de forma ilegítima usufructuaban diversas transnacionales.

Entre tanto, Cuba mantiene la dignidad y no ha cejado sino que, por el contrario, ha profundizado su tradicional solidaridad con los pueblos latinoamericanos. Su contribución a la salud y la educación es particularmente digna de destacarse. El presidente Hugo Chávez utiliza los excedentes que generan los elevados precios del petróleo en proyectos de importancia estratégica. Estas son las acciones que los corifeos del imperio, Vargas Llosa(s), Apuleyo y Montaner, no
pueden tolerar, menos aún que el socialismo haya reaparecido en el lenguaje y en las propuestas políticas; por este delito Vargas Llosa se regodea llamándolos \"idiotas tercermundistas\". Esas acciones enardecen a los medios de comunicación masiva del gran capital, de allí la maniquea y sesgada línea editorial y periodística del boletín de prensa del Grupo Prisa, El País.

Haría bien Vargas Llosa en seguir el consejo que con patéticas ínfulas pretende espetar a Noam Chomsky: dedíquese a lo suyo, escribiente, siga haciendo novelas, no escenifique dramas telenovelescos cada vez que se desahoga en público; los lectores no somos responsables de su decrepitud ni de esa amargura que pretende disfrazar con espasmos de arrogancia.


Fernando Sánchez Cuadros

México D. F., 20 de febrero de 2007

lunes, febrero 19, 2007

¿Tontos útiles del senderismo? - Javier Diez Canseco.

"Tontos útiles del senderismo", dijo el siempre ponderado Jorge del Castillo a quienes demandan esclarecer y sancionar las responsabilidades materiales, intelectuales y políticas de la matanza de cerca de 250 presos (en su mayoría no sentenciados) en los penales de El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara, ocurrida hace 21 años, el 18 y 19 de junio de 1986, bajo el primer gobierno de Alan García.

Tontos los organismos de derechos humanos, nacionales e internacionales, que piden un juicio justo y transparente. Idiotas los familiares que piden justicia. Estúpidos los juristas o periodistas que cuestionan que el tema se resuelva con una sentencia –años atrás– a un puñado de guardias republicanos por matar (a balazos en la nuca) a 124 presos desarmados y rendidos en Lurigancho, o con el proceso que ahora conduce –contra 11 marinos– la Dra. María León por la muerte en El Frontón de cerca de 120 presos, muertos al cañonear y demoler el edificio en el que se amotinaron con tres armas de fuego, o al ejecutar a los sobrevivientes desarmados.

Tontos. Claro, ¿quién puede dudar de que 250 presos, en su absoluta mayoría no sentenciados, además de desarmados y rendidos, fueron victimados por la decisión de 11 marinos y un puñado de guardias republicanos? ¿Acaso alguien dio una orden en Palacio o en los Ministerios respectivos? ¡No intervienen comandos políticos o militares en circunstancias de este estilo: un incidente minúsculo en que ningún presidente o ministro ocupa su tiempo cuando hay un encuentro mundial de la Internacional Social Demócrata en Lima! ¿Compromete al presidente García en el desenlace de El Frontón el detalle de que estuvo allí –por su orden expresa– su viceministro del Interior, Agustín Mantilla, comunicado por radio y enlace telefónico con Palacio y con la casa operativa del grupo paramilitar –luego conocido como "Rodrigo Franco"– en San Isidro, según confirman varios testigos? ¿A quién, sino a un grupo de "tontos útiles al senderismo", puede ocurrírsele que Mantilla o el jefe militar del operativo, el hoy vicepresidente Giampietri, sean inculpados e investigados, y no simples testigos en el proceso, como ahora, que ni siquiera van al acto de reconstrucción realizado el pasado 16?

¿No fue una tontería el dictamen de la Comisión Investigadora del Congreso de entonces, presidida por el Dr. Rolando Ames Cobián, que sostuvo que "el presidente de la República y el Consejo de Ministros tienen responsabilidad directa"? ¿Por eso la pura objetividad de la mayoría parlamentaria aprista la mandó al archivo? ¿Y cuando, el 2005, el fiscal superior Edgar Chirinos incluyó como acusados a García, Mantilla y Giampietri? Otra tontería por la que se le retiró del cargo ¡como corresponde! ¿Presiones políticas? A quién se le ocurre...

En la misma categoría de tontos útiles están los elementos de la Marina y del ex comando Rodrigo Franco que han presentado testimonio de su intervención en los hechos y han acreditado la intervención de Mantilla, Giampietri y las conexiones directas con García durante los hechos. Y también el testimonio del viejo guardián de un cementerio de las playas del Sur de Lima donde la Marina sepultó a los muertos, que identificó al oficial jefe del operativo, hoy testigo.

Solo los tontos recordamos que –a raíz de este hecho– surgió el "Día de la Heroicidad" senderista, "celebrado" con sanguinarios atentados cada año, se levantó una aureola que le facilitó la captación de cuadros y se alimentó de argumentos para su accionar terrorista. Solo los tontos pensamos que el Estado debe tener una actuación moral y legal superior al terrorismo, porque la batalla no es solo militar sino política y ética. Para los "vivos" la solución está en resolver con el personal subalterno. Nadie dio órdenes, nadie tiene la hombría de asumirlas. Lo ocurrido fue la reacción instintiva e indisciplinada del personal subalterno. Y así, colorín colorado, para bien del Perú, los tontos se habrán acabado...
www.larepublica.com.pe 19 feb. 2007

jueves, febrero 15, 2007

El narcotráfico podría revivir la violencia de los 80 en el Perú - Entrevista de la ag. EFE a Felipe Paucar

El narcotráfico podría revivir la violencia de los 80 en el Perú, según un experto
Así lo advierte el escritor Felipe Paúcar en su libro "La guerra oculta en el Huallaga, Monzón y Aguaytia"

Lima. (EFE).- La violencia que asoló Perú durante los años 80 podría regresar al país a causa del narcotráfico y la carencia de una política de Estado efectiva, advierte el escritor Felipe Paúcar en su libro "La guerra oculta en el Huallaga, Monzón y Aguaytia".

En una entrevista con Efe, Paúcar, un experto en narcotráfico y lucha armada en el centro oriente peruano, recuerda que en los últimos años el número de hectáreas de hoja de coca cultivadas ha pasado de 30.000 a 70.000. Además, "en las zonas cocaleras existen grupos armados que aunque no significan en número ni un 10 por ciento de lo que fue Sendero Luminoso utilizan armas mucho más poderosas", sostiene.

Para evitar que ello desencadene un conflicto civil, como el que azotó al país durante la década de los 80, Páucar considera que el Gobierno tiene que hacer una "apuesta decidida" para erradicar a las mafias de narcotráfico.

"Hasta ahora el Estado es quien menos ha asignado recursos para solucionar este conflicto", señala, "ya que eliminar los problemas de las zonas cocaleras no le da beneficios políticos, pues se trata de no más de 60.000 familias".

Para Páucar, la solución al problema del narcotráfico -en el que han confluido intereses de pobladores, grupos armados y potentes mafias- no sólo pasa por la intervención del Gobierno o incluso de Estados Unidos, país que ayuda militarmente a Perú en la lucha antidrogas.

"El compromiso tiene que ser de toda la comunidad internacional, que actualmente sólo actúa cuando se dan brotes puntuales de violencia", explica.

El también periodista subrayó que "los recursos no tienen que ir destinados a extinguir los cultivos de coca, sino a erradicar las potentes mafias", pero considera que "el Gobierno persiste en el error de reprimir a los agricultores".

Los pobladores los principales perjudicados
Sendero Luminoso, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), el Ejército Peruano, los Comités de Autodefensa, los cárteles de droga internacionales y las mafias nacionales han protagonizado, durante décadas, una guerra en el Alto Huallaga donde los principales perjudicados han sido los pobladores.

Indignados con las políticas estatales y los operativos de guerra empleados en los ochenta para eliminar las plantaciones de coca, los habitantes rurales acudieron al llamado de Sendero Luminoso, que -según Páucar- los reclutó en beneficio propio haciendo uso de "su malestar e inestabilidad social".

Con aquel capital humano y el ideal comunista de "destruir toda representación del viejo Estado", Sendero inició sus acciones armadas en 1981 contra las fuerzas de seguridad y autoridades regionales y locales, utilizando el negocio de la coca como fuente de financiación, agregó.

A sus acciones respondieron las fuerzas de seguridad, a través de la Policía Nacional, el Ejército, la Marina de Guerra y el Servicio de Inteligencia, quienes "se vieron obligados a aplicar la represión brutal para ingresar a territorios liberados", matiza Páucar.

El despiadado uso de la violencia y las acciones masivas de represión de uno y otro lado, a menudo toleradas por los gobiernos de turno con la actuación de grupos paramilitares, dejó un rastro de fallecidos aún hoy por esclarecer.

Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), casi 70.000 personas murieron o desaparecieron durante los 20 años de conflicto, que se dio por cerrado en el año 2000. A la desesperación por las desorbitadas cifras de víctimas se suma un sistema judicial corrupto "cuya maquinaria de la impunidad parece que va a seguir triunfando en sus objetivos", sentencia Páucar, con la esperanza, de que "algún día se pueda pasar pagina".
15 feb. 2007

miércoles, febrero 14, 2007

El presidente Correa ordena interceptar los aviones que violen el espacio aéreo ecuatoriano.

Quito. (EFE).- El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha anunciado que la Fuerza Aérea Ecuatoriana "tiene la orden de interceptar cualquier avión que ose mancillar nuestro espacio aéreo" en alusión a las avionetas que fumigan plantaciones de coca en el lado colombiano de la frontera.

"No permitiremos ni una vez más que se mancille el espacio aéreo ecuatoriano con la intromisión de aviones que ni siquiera son colombianos, sino norteamericanos", dijo Correa en unas declaraciones efectuadas el martes en la ciudad de Nueva Loja, en la provincia amazónica de Sucumbíos.

En la zona fronteriza también se han denunciado violaciones del espacio aéreo ecuatoriano por parte de aviones y helicópteros militares colombianos supuestamente en persecución de guerrilleros colombianos presuntamente infiltrados en Ecuador.

El gobernante aseveró que su país no permitirá más "agresiones" de Colombia y ofreció su ayuda a las autoridades locales y las comunidades indígenas que demanden al país vecino por los perjuicios que, según Ecuador, causa el herbicida glisofato a personas, animales y plantas.

Según las autoridades de Ecuador, el glisofato lanzado desde las avionetas en la parte colombiana de la zona fronteriza es arrastrado hasta el territorio ecuatoriano y causa graves daños a todos los seres vivos, mientras que Colombia afirma que es "inocuo".

Correa reiteró que Ecuador presentará una demanda penal ante el Tribunal de La Haya para exigir el cese de las fumigaciones en la zona fronteriza y obtener compensaciones por los daños causados hasta ahora en territorio ecuatoriano.

También recordó Correa que su Gobierno prepara el "Plan Ecuador", como instrumento de paz en respuesta al Plan Colombia, que consideró un instrumento de violencia.

lunes, febrero 05, 2007

La cultura: un patrimonio difícil de colonizar - Por José María Arguedas*

Lima, noviembre de 1966.
Durante el XXXVII Congreso de Americanistas realizado en la ciudad de La Plata, en septiembre del presente año, se organizó una reunión de mesa redonda para tratar acerca de la Antropología de Urgencia. Diez profesores de diferentes países, todos americanos, fueron elegidos para estudiar el tema delante de un público numeroso de especialistas en todos los campos de las ciencias sociales.

Se denominó Antropología de Urgencia al estudio que debía hacerse de los grupos étnicos que, a causa de la penetración de la cultura llamada occidental, están sometidos a un proceso de cambio tan violento que existe el riesgo de que desaparezcan.

Se especificó que este tipo de riesgo afectaba especialmente a pueblos rezagados en su evolución como, por ejemplo, las tribus amazónicas, constituidas por grupos humanos pequeños y dispersos. Se consideró urgente que la etnología dejara una imagen lo más completa posible de estos pueblos, del conjunto de sus creaciones, de sus normas de vida, de su concepción del mundo, etc., a fin de que quedara este testimonio para la ciencia y para las artes en el inmenso fichero de la variedad de la cultura humana.

Algunos antropólogos señalaron con objetividad que la desaparición de estos grupos era inevitable por cuanto los individuos de la civilización occidental, organizados en empresas de omnímodo poder, estaban aniquilando físicamente a estos pueblos, despojándolos de sus tierras, lanzándolos a lo desconocido, o asimilándolos, luego de convertirlos en simples instrumentos fenecibles.

El antropólogo mexicano Cámara Barbachano manifestó que la antropología de urgencia debía extenderse también a culturas menos vulnerables a estos riesgos extremos. Que en México, lo indígena y lo indio era y seguiría siendo uno de los fundamentos, y el más importante, de la nacionalidad mexicana. Por mi parte, decidí exponer que los pueblos quechua y aymara habían ingresado a un período de cambios intensos y rápidos, especialmente en Perú y Bolivia. Tales cambios toman direcciones todavía confusas. Las generaciones jóvenes, relativamente más libres que las generaciones pasadas, en contacto más activo con las ciudades, con medios de subsistencia más diversificados, aunque no mucho mejores, y bajo la presión social que considera al campesino quechua o aymara como algo inferior y menospreciable, han adoptado una conducta inestable: dinamismo, agresividad, simulación de pasividad y un no bien esclarecido tipo de aparente y contradictorio menosprecio por sus viejas tradiciones. Manifesté que los estudios etnológicos, por estas razones, eran de gran urgencia en ambos países, especialmente en el Perú, porque estaban siendo olvidados muy antiguos patrones de conducta, de formas de expresión artística, de técnicas agrícolas, de sabiduría en todos los campos de la actividad humana.

Hice resaltar el hecho de cómo, en los casos del Perú y Bolivia, la llamada antropología de urgencia no podía tener un objetivo limitado al registro. Se trata de pueblos con varias decenas de siglos de ejercicio de la inteligencia y de la habitabilidad física ilimitada del ser humano, que en los casi cinco siglos de dominación política y económica no habían sido culturalmente avasallados; ninguno de los métodos empleados para reducirlos a la condición de simples instrumentos tuvo éxito y se mantuvieron, durante el coloniaje más riguroso, como un pueblo creador. Que, si se examinaba cuidadosamente la historia de los pueblos andinos, podía acaso comprobarse como, hasta hoy, el pueblo autóctono mantuvo su actividad creadora; transformó casi todos los materiales o normas que, por codicia o por razón de método de dominio, se había tratado de imponerles y los que tomó voluntariamente, por conveniencia propia, en tanto que las clases o castas dominantes se habían comportado como sectores predominantemente imitadores de las metrópolis colonizadoras.

Siguiendo el pensamiento de un antropólogo norteamericano allí presente, en la Mesa, sostuvo que el estudio de estos pueblos debía hacerse con la posibilidad de que, en el caudal de sus creaciones de toda especie y de todos los tiempos, la cultura occidental podría encontrar en América fuentes de inspiración para orientarse ella misma, especialmente en sus versiones o estilos nacionales.

Como resultado de la intervención de Cámara Barbachano y de la mía surgió, entonces, una inesperada polémica con otro profesor norteamericano.

Objetó el “nacionalismo” de Cámara Barbachano y mi “indigenismo”. Afirmó que el “indigenismo” no trataba sino de tomar ventajas para los indios y consideró al nacionalismo mexicano como algo excesivo. Pero no fueron éstos los únicos argumentos que desencadenaron la polémica, sino la enérgica seguridad con que este profesor expresó su convicción de cómo la cultura “occidental” se impondría con todos sus caracteres “feos” y “crueles”. Nuestra cultura es “fea” -dijo, empleando su castellano defectuoso pero muy lúcidamente expresivo-, nuestra cultura es cruel, pero ella avanza sin que nadie pueda contenerla. Los nacionalismos serán poca resistencia; el indigenismo es sólo una forma política de sacar ventajas para los indios... Usted (se dirigió a mí) pertenece a nuestra cultura “fea”.... Le respondí inmediatamente que “no pertenecía por entero a esa cultura, pues era un bilingüe quechua”.

No dejó de causar cierta tensión la forma algo inusitadamente enfática con que este distinguido antropólogo sostuvo una tesis que daba tácitamente por excluidas las posibilidades de que las culturas indígenas del Perú, México o Bolivia influyeran sobre la llamada “occidental” criolla, como habían influido evidentemente, a lo largo de la historia.

En mi réplica, hice constar que me había sentado a la mesa con la decisión y el estado de ánimo característicos de quien, habiendo egresado de alguna universidad, ha de considerar con otros especialistas un tema controvertible; es decir, descarnado de toda contingencia subjetiva. El caso del cambio de la cultura quechua era evidentemente tan urgente como el de una tribu amazónica, pero sus proyecciones dentro de la sociedad nacional del Perú o Bolivia no podían dejar de ser mucho más importantes. Y esta afirmación la hacía no como “indigenista” sino como un estudioso de las ciencias sociales. Puse a la consideración de los colegas que una cultura superviviente a pesar de los varios siglos de vasallaje absoluto de sus portadores bien podía ofrecer valores y elementos que siguieran influyendo y acaso convendría que persistieran, por lo mismo que la cultura de los grupos dominantes tenía, sin duda, rasgos y características “feas” y “crueles”. Y de eso trataremos en este brevísimo trabajo con el que he de acompañar a Fernando de Szysszlo y Francisco Miró Quesada en el presente folleto, dedicado a exponer algunas notas sobre la cultura latinoamericana y su destino.

Creo no hacer una afirmación subversiva, ni mucho menos nueva u original, cuando sostengo que Latinoamérica está siendo disputada por las grandes potencias mundialmente dominantes y que pertenecemos, en la distribución más o menos estable y más o menos concertada que de los países de oriente y occidente se ha efectuado, a la esfera de predominio de los Estados Unidos y de Europa occidental. Asimismo, no es nada nuevo afirmar -lo hacen todos los días en centenares de publicaciones intelectuales de las más diversas tendencias- que las grandes empresas o consorcios occidentales dan un trato muy desigual a los países latinoamericanos, conducta “normal” en las relaciones entre vecinos pobres y ricos. Desearía a este respecto citar una anécdota.

Un auki (sacerdote) de la comunidad de Puquio (Ayacucho) nos explicaba que el campesino recibía muchos bienes del dios Wamani (montaña); que sin la protección del Wamani, el comunero de Puquio caería en el desamparo. Le pregunté, entonces, cómo era posible que si el Wamani era tan bondadoso, exigiera a los comuneros le entregaran ofrendas cruentas todos los años. El auki meditó un instante y me contestó: “Todos los poderosos son bravos y caprichosos, así como es bravo y caprichoso el hombre rico, el que tiene mucho dinero. Y ellos, los poderosos, han establecido de qué modo se puede ganar su voluntad”.

En el caso de Latinoamérica se trata de demostrar la imposibilidad de que, en la actualidad, poderes foráneos, cualquiera sea su origen, logren el avasallamiento cultural de sus principales núcleos indígenas a pesar de la dominación política y económica.

A los colonizadores españoles les convenía que las culturas autóctonas se mantuvieran aisladas y en condiciones de “inferioridad”. Este hecho constituía una ventaja para la colonización. Se ha podido demostrar cómo, aun en el campo de la religión, la Colonia aceptó las prácticas de las religiones antiguas siempre que presentaran una especie de máscara o un simple signo que la hiciera “aparecer” como destinadas a algún personaje del santoral católico. Actualmente, en Guatemala, los sacerdotes “ofician” dentro de los mismos templos católicos; en el caso citado de los aukis de la comunidad de Puquio, estos sacerdotes, que sacrifican llamas y ovejas durante el culto al dios Wamani, llevan por insignia una cruz adornada de flores de kantuta.

Pero la actual realidad de los países latinoamericanos es inversa. Y no somos nosotros quienes lo decimos por primera vez. Es un hecho “natural”, como habría afirmado incluso el auki de Puquio, en el trato entre vecinos y aun hermanos de poderío muy diferente. Las potencias que dominan económica y políticamente a los países débiles intentan consolidar tal dominio mediante la aplicación de un proceso de colonización cultural. Por medio del cine, de la televisión, de la radiodifusión, de millones de publicaciones, se trata de condicionar la mentalidad del pueblo latinoamericano. Esta gran empresa tiene auxiliares influyentes y poderosos entre los socios latinoamericanos de los grandes consorcios, porque tales socios están ya, no diremos “colonizados”, sino identificados con los intereses y, por tanto, con el tipo de vida, con las preferencias y conceptos respecto del bien y del mal, de lo bello y de lo feo, de lo conveniente o inconveniente. Constituyen una extensión de los núcleos que tratan de “colonizar” a los países sobre los cuales ejercen un casi pleno dominio económico y político.

Los escritores y artistas latinoamericanos más representativos han seguido, en cambio, un destino inverso: de la imitación más o menos inspirada de los modelos occidentales han llegado a la creación original mediante la asimilación de las grandes ideas, de las no definibles expresiones, de los métodos del arte occidental. Por eso no puede sorprendernos que el creador auténtico latinoamericano en todos los campos resulte, en última instancia, un nacionalista por el simple hecho de ser original y auténtico, tal los casos de Juan Rulfo y Mario Vargas Llosa o de Rufino Tamayo o Wilfredo Lam.

Los países latinoamericanos sustentados por una tradición indígena milenaria, como México, Perú, Bolivia o Guatemala y Ecuador, han logrado nutrir a sus creadores con el fondo total de esta tradición que no es sólo india sino que contiene una confluencia originalísima de elementos prehispánicos y occidentales. Quienes han realizado la hazaña de hacer obras que son ahora parte del patrimonio universal del arte humano, como Vallejo u Orozco, trabajaron con el total de estos materiales, viviéndolos y manejándolos con sabiduría e inspiración máximas. En países como Argentina, Chile o Brasil, el escritor y el artista han alcanzado el nivel de los autores occidentales y contemporáneos. Ya no son “colonizables”.

¿A quiénes se dirige, entonces, la empresa “colonizadora”? A la gran masa. Se trata de hacer impermeable a la gran masa para la comunicación con los creadores de su propio país y, al mismo tiempo, con los de todos los países del mundo. En este sentido la empresa es de tipo universal. Por consecuencia de este proceso se considera que habrá de desarraigarse de la vinculación secular con sus propias tradiciones nacionales, con su arte popular, con su arte típico o criollo; convertirlo de ese modo en un ente influenciable, de tal modo estandarizado que sus reacciones puedan ser previsibles y precalculadas. Como toda empresa antihumana, no tiene ésta las garantías del éxito y mucho menos en países como el Perú, donde los propios instrumentos que fortalecen la dominación económica y política determinan inevitablemente la apertura de nuevos canales para la difusión más vasta de las expresiones de la cultura tradicional y de su influencia nacionalizante.

Sin embargo, los gerentes de las gigantescas empresas de difusión de material destinado a la estandarización de la mentalidad de las masas no están desanimados. Han ganado clientela en las ciudades. Estas urbes repentinas, como Lima, son por eso, campos de lucha intensa. Se “modernizan” y deben “modernizarse” a toda marcha, por la misma razón de que en veinte años multiplican su población con aluviones humanos de origen campesino, que, asentados en la ciudad padecen de desconcierto y están semidesgarrados aunque pujantes y agresivos. Y, ya hemos citado a Lima, que es un museo completo del trance en que se encuentra el hombre que debe saltar uno o dos siglos de evolución en una o dos décadas, podemos afirmar que la masa algo desconcertada al tiempo de ingresar en la urbe, encuentra pronto su lugar en ella, su punto de apoyo para asentarse en la ciudad y modificarla. Encuentra tal punto de apoyo en sus propias tradiciones antiguas, organizándose conforme a ellas y dándoles nuevas formas y funciones; manteniendo una corriente viva, bilateral, entre la urbe y las viejas comunidades rurales de las cuales emigraron. La antigua danza, la antigua fiesta, los antiguos símbolos se renuevan en la urbe latinoamericana, negándose a sí mismos primero y transformándose luego.

Sobre este sector convulsionado lanzan sus reflectores y sus instrumentos altamente especializados los colonizadores ultramodernos. Pero las culturas lenta y fatigosamente creadas por el hombre en su triunfal lucha contra los elementos y la muerte no son fácilmente avasallables. Los más recientes censos parecen demostrar que, por ejemplo, en el Perú, la lengua quechua, en lugar de extinguirse, se fortalece, gana prestigio; y ya es evidente para todos que la música andina, predominantemente indígena, alcanza un grado de difusión inversa a la prevista hace unos cuarenta años, cuando constituía una vergüenza y una aventura interpretarla públicamente en la capital; que el vals criollo ha conquistado todos los círculos sociales, habiendo sido, en el mismo periodo vergonzante de la música andina, patrimonio de los barrios marginales de Lima; que la música y danzas costeñas de origen negro siguen el mismo curso de afirmación e influencia masivas.

Los instrumentos más eficaces por medio de los cuales se intenta condicionar la mentalidad de las masas y desarraigarlas de su tradición singularizante, nacionalista (la radio, la TV, etc.), se convierten en vehículos poderosos de transmisión y de contagio, de afirmación de lo típico, de lo incolonizable. El creador tradicional y el creador que domina los medios de expresión “occidentales” mantienen, así, un vínculo profundo no avasallable para bien del destino de sus propias naciones y de las mismas naciones donde se han organizado los grandes consorcios, muchos de los cuales parecen haber olvidado que el hombre tiene de veras alma y ella muy raras veces es negociable.
* El màs grande Escritor y Poeta indigenista Peruano.