Ni la Ley del negacionismo que los victimiza, ni la cancelación de
la memoria, ni la “renuncia” de un embajador, ni la persecución de las
izquierdas son la mejor estrategia para derrotar al Movadef. Derrotar al
Movadef significa darles la pelea, de cara y frontalmente, como lo
hicieron María Elena Moyano y Pascuala Rosado con SL o como los ronderos
que en la Marcha del Agua los botaron de la Plaza Dos de Mayo. Hoy como
ayer serán los dirigentes populares los que salgan al frente con sus
acciones o que se opongan con sus ideas contra los mandos y combatientes
de SL o los dirigentes de su facción continuista.
Solo se va a derrotar al Movadef sin miedo a morir en el intento porque no es lucha para cobardes. Y sin hacer cálculos políticos, porque lo que se requiere contra el Movadef es firmeza y coherencia. Con batallas por la memoria y marchas pacíficas, blandiendo una propuesta para que nuestro país salga del lastre del desarrollismo y del extractivismo, con una justa distribución de la riqueza que pueda palparse en las camas de los hospitales y en los pupitres de los colegios rurales; radicalmente democrática, ecológica e intercultural, esas serán las formas como se pueda combatir al Movadef. Ni negándolo, ni aceptando su sucio juego anti-democrático dentro de los márgenes de nuestra democracia. Al Movadef no hay necesidad de desenmascararlo: tiene rostro y es letal.
Obligar a Nicolás Lynch a renunciar ha implicado darle demasiada fuerza al Movadef, que ahora enarbolará esa cabeza como una victoria. Lynch debió renunciar cuando se produjeron las muertes de Espinar, Celendín, Bambamarca, Paita, entre otras, puesto que si eres verdaderamente de izquierda no tenías por qué avalar un gabinete como el de Valdés. Que haya recibido al Movadef es una torpeza más. Y claro, ahora, los militantes de ese movimiento sumarán a la cabeza de Lynch una reunión con las Madres de la Plaza de Mayo y una tímida carta de Pérez Esquivel pidiendo amnistía. Todo para posicionarse con fuerza en las esferas internacionales, recaudar fondos y cobrar mayor visibilidad hacia adentro. Y lo están logrando.
Mi clara posición sobre Lynch no significa, por supuesto, que no pueda dejar de decir que ha sido masacrado mediáticamente con torpe cálculo político. Por ejemplo, el artículo de Martha Meier M.Q. que el sábado publicó en el diario El Comercio sobre Lynch, además de mal escrito, me parece bajo porque intenta vincular a toda la izquierda peruana con Sendero Luminoso, ignorando a todos los dirigentes de IU que murieron en manos senderistas e insinuando que los de Patria Roja, quienes contuvieron a SL en Cajamarca, son de la misma calaña. Solo la torpeza de una anti-comunista de manual y panfletaria podría concluir algo tan mezquino. Francamente la hemipléjica moral es ella y si no fuera porque es la dueña de El Comercio, no creo que tuviera ninguna otra tribuna.
No seamos ingenuos: la DBA y su correlato “decano” pretenden dejar en off-side a toda la izquierda porque saben que pierden terreno ante las movilizaciones sociales y por eso chillan de regocijo por la cabeza de Lynch, se lanzan con garras contra Susana Villarán, aplauden la sentencia Villa Stein, instigan a favor del indulto, intentan comprar asociaciones indígenas, coaptan a Ollanta Humala. Les digo algo: quienes venzan al Movadef saldrán de las canteras de una izquierda democrática. Y probablemente, como antes, no serán ni héroes ni mártires.
* Rocío Silva Santisteban (Lima, 1963). Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Doctora en Literatura por la Universidad de Boston. Ganó el Premio Copé de poesía con su poemario Ese oficio no me gusta (1990). Otras publicaciones: Mariposa negra (1993), Condenado amor y otros poemas (1995) y Turbulencias (2006). En 1994 publica su libro de relatos Me perturbas (1994). Actualmente es periodista y docente universitaria. Además es presidenta de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
Solo se va a derrotar al Movadef sin miedo a morir en el intento porque no es lucha para cobardes. Y sin hacer cálculos políticos, porque lo que se requiere contra el Movadef es firmeza y coherencia. Con batallas por la memoria y marchas pacíficas, blandiendo una propuesta para que nuestro país salga del lastre del desarrollismo y del extractivismo, con una justa distribución de la riqueza que pueda palparse en las camas de los hospitales y en los pupitres de los colegios rurales; radicalmente democrática, ecológica e intercultural, esas serán las formas como se pueda combatir al Movadef. Ni negándolo, ni aceptando su sucio juego anti-democrático dentro de los márgenes de nuestra democracia. Al Movadef no hay necesidad de desenmascararlo: tiene rostro y es letal.
Obligar a Nicolás Lynch a renunciar ha implicado darle demasiada fuerza al Movadef, que ahora enarbolará esa cabeza como una victoria. Lynch debió renunciar cuando se produjeron las muertes de Espinar, Celendín, Bambamarca, Paita, entre otras, puesto que si eres verdaderamente de izquierda no tenías por qué avalar un gabinete como el de Valdés. Que haya recibido al Movadef es una torpeza más. Y claro, ahora, los militantes de ese movimiento sumarán a la cabeza de Lynch una reunión con las Madres de la Plaza de Mayo y una tímida carta de Pérez Esquivel pidiendo amnistía. Todo para posicionarse con fuerza en las esferas internacionales, recaudar fondos y cobrar mayor visibilidad hacia adentro. Y lo están logrando.
Mi clara posición sobre Lynch no significa, por supuesto, que no pueda dejar de decir que ha sido masacrado mediáticamente con torpe cálculo político. Por ejemplo, el artículo de Martha Meier M.Q. que el sábado publicó en el diario El Comercio sobre Lynch, además de mal escrito, me parece bajo porque intenta vincular a toda la izquierda peruana con Sendero Luminoso, ignorando a todos los dirigentes de IU que murieron en manos senderistas e insinuando que los de Patria Roja, quienes contuvieron a SL en Cajamarca, son de la misma calaña. Solo la torpeza de una anti-comunista de manual y panfletaria podría concluir algo tan mezquino. Francamente la hemipléjica moral es ella y si no fuera porque es la dueña de El Comercio, no creo que tuviera ninguna otra tribuna.
No seamos ingenuos: la DBA y su correlato “decano” pretenden dejar en off-side a toda la izquierda porque saben que pierden terreno ante las movilizaciones sociales y por eso chillan de regocijo por la cabeza de Lynch, se lanzan con garras contra Susana Villarán, aplauden la sentencia Villa Stein, instigan a favor del indulto, intentan comprar asociaciones indígenas, coaptan a Ollanta Humala. Les digo algo: quienes venzan al Movadef saldrán de las canteras de una izquierda democrática. Y probablemente, como antes, no serán ni héroes ni mártires.
* Rocío Silva Santisteban (Lima, 1963). Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Doctora en Literatura por la Universidad de Boston. Ganó el Premio Copé de poesía con su poemario Ese oficio no me gusta (1990). Otras publicaciones: Mariposa negra (1993), Condenado amor y otros poemas (1995) y Turbulencias (2006). En 1994 publica su libro de relatos Me perturbas (1994). Actualmente es periodista y docente universitaria. Además es presidenta de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
Fuente: http://www.larepublica.pe/columnistas/kolumna-okupa/movadef-y-la-izquierda-06-11-2012