"Tontos útiles del senderismo", dijo el siempre ponderado Jorge del Castillo a quienes demandan esclarecer y sancionar las responsabilidades materiales, intelectuales y políticas de la matanza de cerca de 250 presos (en su mayoría no sentenciados) en los penales de El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara, ocurrida hace 21 años, el 18 y 19 de junio de 1986, bajo el primer gobierno de Alan García.
Tontos los organismos de derechos humanos, nacionales e internacionales, que piden un juicio justo y transparente. Idiotas los familiares que piden justicia. Estúpidos los juristas o periodistas que cuestionan que el tema se resuelva con una sentencia –años atrás– a un puñado de guardias republicanos por matar (a balazos en la nuca) a 124 presos desarmados y rendidos en Lurigancho, o con el proceso que ahora conduce –contra 11 marinos– la Dra. María León por la muerte en El Frontón de cerca de 120 presos, muertos al cañonear y demoler el edificio en el que se amotinaron con tres armas de fuego, o al ejecutar a los sobrevivientes desarmados.
Tontos. Claro, ¿quién puede dudar de que 250 presos, en su absoluta mayoría no sentenciados, además de desarmados y rendidos, fueron victimados por la decisión de 11 marinos y un puñado de guardias republicanos? ¿Acaso alguien dio una orden en Palacio o en los Ministerios respectivos? ¡No intervienen comandos políticos o militares en circunstancias de este estilo: un incidente minúsculo en que ningún presidente o ministro ocupa su tiempo cuando hay un encuentro mundial de la Internacional Social Demócrata en Lima! ¿Compromete al presidente García en el desenlace de El Frontón el detalle de que estuvo allí –por su orden expresa– su viceministro del Interior, Agustín Mantilla, comunicado por radio y enlace telefónico con Palacio y con la casa operativa del grupo paramilitar –luego conocido como "Rodrigo Franco"– en San Isidro, según confirman varios testigos? ¿A quién, sino a un grupo de "tontos útiles al senderismo", puede ocurrírsele que Mantilla o el jefe militar del operativo, el hoy vicepresidente Giampietri, sean inculpados e investigados, y no simples testigos en el proceso, como ahora, que ni siquiera van al acto de reconstrucción realizado el pasado 16?
¿No fue una tontería el dictamen de la Comisión Investigadora del Congreso de entonces, presidida por el Dr. Rolando Ames Cobián, que sostuvo que "el presidente de la República y el Consejo de Ministros tienen responsabilidad directa"? ¿Por eso la pura objetividad de la mayoría parlamentaria aprista la mandó al archivo? ¿Y cuando, el 2005, el fiscal superior Edgar Chirinos incluyó como acusados a García, Mantilla y Giampietri? Otra tontería por la que se le retiró del cargo ¡como corresponde! ¿Presiones políticas? A quién se le ocurre...
En la misma categoría de tontos útiles están los elementos de la Marina y del ex comando Rodrigo Franco que han presentado testimonio de su intervención en los hechos y han acreditado la intervención de Mantilla, Giampietri y las conexiones directas con García durante los hechos. Y también el testimonio del viejo guardián de un cementerio de las playas del Sur de Lima donde la Marina sepultó a los muertos, que identificó al oficial jefe del operativo, hoy testigo.
Solo los tontos recordamos que –a raíz de este hecho– surgió el "Día de la Heroicidad" senderista, "celebrado" con sanguinarios atentados cada año, se levantó una aureola que le facilitó la captación de cuadros y se alimentó de argumentos para su accionar terrorista. Solo los tontos pensamos que el Estado debe tener una actuación moral y legal superior al terrorismo, porque la batalla no es solo militar sino política y ética. Para los "vivos" la solución está en resolver con el personal subalterno. Nadie dio órdenes, nadie tiene la hombría de asumirlas. Lo ocurrido fue la reacción instintiva e indisciplinada del personal subalterno. Y así, colorín colorado, para bien del Perú, los tontos se habrán acabado...
www.larepublica.com.pe 19 feb. 2007
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