lunes, diciembre 25, 2006

Navidad en la pobreza

Para muchos hogares peruanos esta Navidad no se diferenciará de las anteriores. Hemos recuperado la democracia, que no es poco, y llegan cifras sonrientes en la macroeconomía, pero que aún no se traducen en bienestar para las mayorías, que pasarán este día como otro más en su sacrificada y terca lucha por la sobrevivencia. 52% de los peruanos son pobres, lo que significa 13 millones de personas.

Gustavo Gutiérrez, en una hermosa reflexión navideña que siempre recordamos, hablaba de "una vieja y arraigada pobreza, la peor y más resistente pandemia que amenaza al pueblo peruano", y añadía que esta situación atentaba contra el mensaje de esperanza contenido en la fiesta, aunque no por ello llegaba a ocultarlo.

Es la disyuntiva que cada año se plantea al cristiano de modo más urgente: cómo librarse del matraqueo publicitario que busca hacer de la Navidad únicamente una fiesta de consumo, cuando hay tantos compatriotas "con su pobreza a cuestas", para decirlo con palabras de Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapas y defensor de los oprimidos.

En efecto, ¿cómo restituir a la Navidad, en los tiempos que corren, su auténtico espíritu? Acaso recordando, como el mismo Gustavo Gutiérrez evocó un día en nuestras páginas, el sentido del regalo navideño: "Regalarle a alguien es reiterar el comportamiento de Dios para con nosotros. Él nos regala a su Hijo, y nosotros regalamos algo para demostrarle la gratitud de nuestro amor".

Por eso, mucha de la real alegría de esta fiesta nos es aportada por el compartir, y al decir esto no pensamos en obsequios costosos o en aquellos en boca de todos por la publicidad; pensamos en un cúmulo de pequeñas cosas que se encuentran al alcance de cada uno y que exaltan ese "don de dar" evocado por el pobre de Asís. También en los efectos de una palabra amable que recuerde la Navidad como fiesta solidaria.

Pero tampoco podemos engañarnos. Hace unos años, el mensaje de Gustavo nos lo recordaba: "No bastan, por ello, líricos llamamientos al entendimiento entre los peruanos con motivo del clima navideño. El mensaje bíblico es neto al decirnos que no hay auténtica paz, ni verdadera reconciliación, sin un firme propósito de construirlas. La lucidez, en medio de las sombras que amenazan una frágil e incipiente convivencia democrática, se impone para impedir que los pobres sean los postergados de siempre".

Es en nombre de esa sociedad fraterna que debemos construir y cuyas semillas son posibles de encontrar en el desinteresado esfuerzo de tantos hombres y mujeres que no se resignan ante la pobreza que podemos desear a nuestros lectores una Navidad de amor y esperanza. Trabajemos para hacerlos posibles en este Perú en transición que vivimos.
www.larepublica.com.pe 25 dic. 2006

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