jueves, junio 28, 2007

Refundar la izquierda, construir la República en España

¿Puede Izquierda Unida liderar una nueva reconstrucción de la izquierda?

Miguel Arróniz
Rebelión

Se celebró el pasado martes 26 de junio en el Consejo de la Juventud un acto donde intervinieron diferentes líderes de la izquierda con el lema ´Refundar la izquierda, Construir la República’. Alrededor de 150 personas asistieron al debate en el que, más que discusión de cómo reorganizar la izquierda, se sucedieron una serie de intervenciones explicativas de cómo hacerlo y cómo tener en cuenta a los diferentes movimientos sociales. Como telón de fondo, si debe ser Izquierda Unida quien lidere una nueva etapa o si la coalición ya no está capacitada para hacerlo.

Introdujo el debate Enrique Santiago partiendo de la idea de que la batalla ideológica y cultural la está perdiendo la izquierda ante el avance del neoliberalismo y cómo España camina hacia un bipartidismo que está haciendo desaparecer a la izquierda transformadora. Para Santiago, el proyecto de IU, con tan solo el 5% de los votos, no puede conseguir los objetivos de la izquierda y porque se está convirtiendo en un partido clásico alejado de sus fundamentos en base a ser un movimiento político y social.

También entendía que tras 30 años de Constitución monárquica ya era evidente el agotamiento del modelo porque no se adaptaba a las nuevas necesidades cuando era ya necesario profundizar en la democracia participativa. En ese marco era necesario refundar Izquierda Unida como una izquierda plural, con democracia interna, dentro de un estado federal e impulsora de un desarrollo económico sostenible.

Manolo Espinar, de la Asociación Haydée Santamaría, consideraba un error la actual división entre los políticos profesionales, por una parte, y los activistas sociales, por otra. Algo que en su opinión se había heredado de la Transición. Entendía que era necesaria una reflexión seria tras 30 años de democracia para entender la nueva composición de los barrios y de los pueblos ya que el llamado cinturón rojo de Madrid, por ejemplo, ya había dejado de serlo por el desmantelamiento industrial de la zona. Pero entendía que lo más importante que se había perdido en estos años era la cultura de encontrarse, de debatir, de organizarse… y que eso se reflejaba en la actualidad de la izquierda donde hay una multitud de movimientos pero se carece de una visión global.

Para Manuel Monereo la palabra república significaba ruptura con una forma de democracia y apertura hacia otra forma de democracia distinta. Pero para él este debate era antiguo porque ya hacía años había sido introducido por las Juventudes Comunistas y el propio Julio Anguita cuando denunció que las bases del consenso que dieron lugar a la Transición estaban rotas.

Para Monereo la realidad de la izquierda había que entenderla desde una triple impotencia ciudadana: la política, ya que era el mercado quien estaba marcando las reglas del juego; la democracia porque se estaba en un proceso de concentración de poder y un traslado de la soberanía hacia la Unión Europea, una plutocracia nada democrática; y la de las propias organizaciones por su propia pérdida de democracia interna sustituida por aparatos controladores. Y de esta manera entendía que para refundar la izquierda era necesario echar cuentas con la Transición, ir más allá en la democracia, un modelo agotado y buscar otra idea de país donde encajen tanto el nacionalismo español como el periférico y donde se acepte el derecho de autodeterminación.

Intervino Yayo Hernández, de Ecologistas en Acción, para denunciar que el riesgo de sobrepasar los límites del planeta estaba superado incidiendo en que no hay alternativas energéticas al petróleo, las alteraciones de las formas de vida producidas por el cambio climático y cómo el actual modelo de desarrollo es incompatible con la sustentabilidad. Entendía que la gente no es consciente de este problema y que la gente de izquierdas tampoco lo es y, en ese sentido, la izquierda compartía la idea de progreso con el modelo desarrollista de la derecha. La sociedad española, en concreto, formaba ya parte de la aristocracia de todo el universo con un nivel de vida elevado pero que se sustentaba en la pobreza de la mayoría de la población mundial. Eso el neoliberalismo lo sabe y lo concreta con acuerdos comerciales, ejércitos y fronteras que inciden en las desigualdades sociales.

Para la ponente, la izquierda en la actualidad veía el discurso ecologista como ingenuo pero entendía que no era posible que el resto del planeta consiguiera el nivel de desarrollo de países como España y que se debía hacer el esfuerzo de entender la medida de conformarnos con menos, aunque fuera algo impopular.

Concluyó afirmando la necesidad de refundar la izquierda porque a su entender el capitalismo era un sistema inviable y con una serie de propuestas para el debate como la necesidad de que el mismo no se limite solo a los dirigentes políticos, que el discurso de los movimientos sociales sea asumido en serio y plasmado en propuestas políticas y una participación democrática en la toma de decisiones.

Comenzó su intervención Javier Navascués diciendo que para refundar la izquierda era necesario romper con las jerarquías y que en Izquierda Unida el problema era de análisis. Para él existían una serie de carencias en la coalición como la pérdida de autonomía política que tenía que ver con la pérdida de autonomía intelectual; y un problema de democracia que se reflejaba en el autoritarismo creciente dentro de la organización.

Para Navascués no era necesario refundar la izquierda sino que había que derribar todo lo que se había construido sobre las bases originales de IU porque para él, los cimientos estaban bien. Y sobretodo había que quitar organigramas y romper definitivamente las fronteras entre los dirigentes y las bases.

Poniendo como ejemplo la experiencia en el Ayuntamiento de Sevilla de unos presupuestos participativos, entendía que era necesario ceder soberanía, que la agenda fuera fijada por la gente y que lo que no se podía ofrecer a la gente eran agendas preestablecidas para que eligieran.

Como representante del movimiento estudiantil intervino Sara Porras que denunció cómo el estudiante se movía en una estructura complicada y que su papel dentro del ámbito de la educación se limitaba a ser un mero espectador. Para la ponente, las diferentes reformas educativas eran solo parches que no permitían participar a los estudiantes y que, a largo plazo, incidían en su modo de estar en su entorno y en un factor importante en su desafección política.

Para Porras, el sistema educativo de Primaria y Secundaria daba poco protagonismo al estudiante pero en la Universidad tampoco cambiaba mucho. Sobre todo porque el sistema evolucionaba en torno al mercado y ellos formaban parte como mercancía.

La solución estaba en una respuesta global y un cambio radical del modelo educativo y por ello entendía la necesidad de refundar IU siempre que se tuviera en cuenta a los movimientos sociales, a sus debates y protagonizara el cambio radical requerido.

Jaime Pastor comenzó su intervención diciendo que el escenario de la izquierda en la actualidad era de crisis y que era necesario pensar globalmente, puntualizando cómo el movimiento antiglobalización no había sido capaz de articular a la izquierda con propuestas creíbles. Entre las causas de la crisis de la izquierda estaba el enfrentamiento de los partidos creados para gobernar con los partidos creados para luchar, la fractura entre izquierda y derecha pero también la fractura ideológica en la aceptación de los nacionalismos o de la población inmigrante; el establecimiento de una aristocracia obrera, regida por convenios colectivos, frente a quienes se veían obligados a trabajar de forma precaria…

Dentro de ese marco, IU no había estado a la altura de las circunstancias y había caído en un electoralismo cortoplacista con el fin de conseguir un nicho institucional. Y, en ese sentido, entendía que la refundación de la izquierda estaba fuera de la coalición y que Izquierda Unida debería plantearse como objetivo la construcción de los movimientos sociales.

Diego Lorente dio voz al colectivo inmigrante expresando su percepción de la política como algo decepcionante y como cobarde en sus propuestas tanto en las educativas, como de servicios sociales y con un discurso político banal. Para él había aspectos concretos que era necesario afrontar como era la derogación de la legislación actual sobre emigración, la mejora en el tratamiento de las minorías en los medios de comunicación a través de un código ético, la incorporación de estas minorías a la nueva izquierda y el reconocimiento de los derechos políticos de los migrantes.

Intervino Sira Rego, nueva concejal de Izquierda Unida de Rivas-Vaciamadrid para expresar su idea de la izquierda dentro de los valores clásicos de pluralidad, debate y convencimiento como poder transformador. Una izquierda que tuviera en cuenta a los trabajadores, a la mujer, a los estudiantes, que hablara en femenino y con vocación de sumar. Una izquierda, en suma, que fuera lugar de encuentro. Pero sobretodo, una izquierda que volviera a sus raíces: laica, republicana y que mirara hacia delante.

Entendía Pedro Casas que la izquierda era la única que pretendía cambiar la realidad pero que había elementos que era necesario analizar como la falta de análisis de la acumulación capitalista, el desmembramiento de la clase obrera y la percepción de los ciudadanos como meros consumidores.

Entendía que la sociedad española formaba ya parte del primer mundo pero que se asemejaba a la sociedad romana fundamentada en el esclavismo; que los cuarenta años de dictadura además de abolir un sistema democrático había eliminado cualquier atisbo de revolución social y que se plasmaba en el apoliticismo de la sociedad; que la izquierda no tenía estrategia porque sabemos qué quiere la derecha y la socialdemocracia pero no sabemos qué quiere la izquierda; que la estrategia anticapitalista debería definir un modelo económico superador de experiencias pasadas.

Para Casas era necesaria la reconstrucción política e ideológica dotando con contenidos anticapitalistas a los movimientos sociales y formando a éstos para hacer frente al poder.

En ese marco expresó su desconfianza hacia el PCE e IU como impulsores de la refundación de la izquierda porque los consideraba estructuras oxidadas.

Alberto Arregui también reconoció la fragmentación de la izquierda y puso ejemplos de pactos de la izquierda en diferentes países europeos con gobiernos de la derecha y como algo propio de momentos de crisis de los sistemas. Pero recordó el concepto de partido de Marx, algo creado para la intervención de la clase.

Hizo un recordatorio de la Transición española y cómo la izquierda actual es deudora de lo bueno y de lo malo de ese momento y de cómo la dirección de la izquierda llevó a las organizaciones por caminos no queridos. La renuncia, por ejemplo, a ideas esenciales como el derecho a la autodeterminación de los pueblos ha llevado al actual despropósito al abordar el tema. Para Arregui, la idea de refundación de la izquierda debía pasar por reanudar el hilo histórico interrumpido por el pacto monárquico y por la emancipación ideológica autoimpuesta. Para ello era necesario que hubiera organizaciones capaces de encauzar estas ideas pero, sobretodo, que se retomara la lucha por el socialismo ya que en la Transición, la izquierda se conformó con muy poco.

Frente a la democracia monárquica exigía la democracia socialista; y en el ámbito interno, la necesidad de renovar ideas, personas y métodos. Para que la refundación triunfara también creía necesario creer en el proyecto y tener credibilidad, algo de lo que los actuales dirigentes de IU carecían. Pero ratificó su confianza en la organización Izquierda Unida ya que dijo que “IU será lo que nosotros hagamos de ella” frente a quienes habían manifestado su desconfianza.

Raúl Gómez manifestó la dificultad para articular la izquierda e torno a propuestas que en general compartían todos los movimientos sociales y que la refundación pasaba por encontrar un mínimo común denominador sobre el que empezar a trabajar. A partir de ahí había que conseguir acuerdos amplios entre todos que se pudieran plasmar en medidas concretas.

Para Gómez, los objetivos comunes de la izquierda pasaban por ser republicana y republicanista. Y, además, por ser defensora de los derechos humanos, de la paz y del ecologismo.

Enrique Santiago cerró las intervenciones agradeciendo a ponentes y asistentes la presencia a este primer acto de debate sobre la refundación de la izquierda y emplazando a posteriores encuentros en los que seguir abordando el tema. Parece algo necesario si se quiere afrontar con seriedad porque en las diferentes intervenciones fueron escasas las referencias a otros movimientos sociales y políticos como son el de la izquierda nacionalista periférica, el movimiento vecinal, los grupos políticos más a la izquierda de IU, grupos internacionalistas o medios de comunicación alternativos de izquierda.

Pero sobre todo se echó en falta la presencia de representantes del movimiento obrero, precisamente en unos momentos tan delicados como los que se viven ahora, con unos niveles de represión que han llevado a la cárcel a dos de sus más destacados dirigentes y en los que Izquierda Unida sí tendría algo que decir.

No contar con estos grupos, y sobretodo con el del movimiento obrero de clase, haría fracasar este intento de refundar la izquierda y convertir esta nueva tentativa de reconstrucción en un nuevo socialismo de salón.

viernes, junio 08, 2007

"El Che no es un icono pegado a la pared" - Entrevista a Aleida Guevara,


Hija del guerrillero Ernesto Guevara

Diario El Paìs
Lleva el apellido del guerrillero más conocido de la historia. De él ha heredado la vocación por la medicina y una fe ciega en la revolución. Aleida Guevara March tiene 46 años y es la primogénita del segundo matrimonio que contrajo su padre, el argentino Ernesto Che Guevara. Aleida milita en el Partido Comunista y vive en Cuba con sus tres hermanos (Camilo, Celia y Ernesto). "Vivimos y trabajamos por Cuba", aclara.

El Che murió el 9 de octubre de 1967, hace casi 40 años, y Aleida ha viajado a Barcelona para participar en los actos organizados por la Casa América de Cataluña para celebrar la efeméride. Médico pediatra de profesión, es una eficaz embajadora del régimen castrista, que defiende con verdadera pasión.

Pregunta. En un relato titulado La piedra, su padre escribió: "Los hijos son una manera de sobrevivir a la muerte". ¿El Che ha sobrevivido en usted?

Respuesta. Cualquier hombre sobrevive a la historia si ha tenido hijos. Lo difícil es llevar a la práctica lo que nos enseñó.

P. Lo pregunto porque usted es una apasionada defensora de la revolución y del régimen socialista cubano.

R. Del Gobierno cubano. No tenemos régimen, porque eso en español significa otra cosa. Tenemos un Gobierno constitucional y elegido por su pueblo?

P.Perdón, ¿ha dicho un Gobierno elegido por su pueblo?

R. En España eso no lo entienden porque tienen muy mala información. Desde 1976 hay elecciones en Cuba en los municipios y provincias, como en todos los países normales.

P. La foto Guerrillero heroico es una de las imágenes más reproducidas de la historia. Hoy el rostro del Che se puede encontrar en casi cualquier lugar del mundo. ¿El mito se ha convertido en negocio?

R. Ustedes viven en una sociedad capitalista. Intentamos controlar ese desorden sobre la explotación indiscriminada de la imagen del Che. Pero es difícil porque cada país tiene sus leyes. De todos modos, intentamos encontrar el lado positivo. Al ver la imagen en todos lados, muchos jóvenes se preguntan: ¿Quién era este hombre? Entonces vale la pena.

P.¿Y esa imagen representa fielmente lo que fue el Che?

R. No, porque ésa es sólo una fotografía comercial. El Che era un hombre muy completo. Cuando salgo de Cuba, muchos jóvenes me hablan de mi padre como una bandera que representa la resistencia, un hombre que ha llegado a mucha gente por sus ideales. No es una imagen vacía, un icono pegado a la pared. Es un ser humano muy completo que ojalá pueda ser imitado por muchos otros seres humanos en el planeta.

P. ¿Y cuál es la imagen que guarda usted de su padre como niña?

R. Yo sólo tenía cuatro años cuando él se fue a Bolivia para no volver. Mi madre amó a mi padre y ese amor lo trasladó a sus hijos. Por eso, aunque yo lo conocí muy poco en persona, me fui empapando de esa imagen toda la vida. También los amigos de mi padre me contaban anécdotas de él y por eso ese hombre siempre estuvo presente en mí.


P.¿Cómo hubiera sido Cuba si su padre no hubiera muerto tan pronto?

R.Nada habría cambiado. Cuando él se fue de Cuba, en 1966, tenía la certeza de que el proceso revolucionario era irreversible. Él forma parte de nuestro pueblo y de nuestra cultura. Está esa presencia continuamente.

P. ¿Y cómo se vive en Cuba ahora?

R. Es un país bloqueado por la potencia militar y económica más fuerte del mundo. Por eso tenemos muchas dificultades para sobrevivir. Pero en América Latina se están produciendo cambios y gracias a algunas alianzas podemos sobrevivir sin depender de Estados Unidos y de la vieja Europa. El continente latinoamericano es autosuficiente. En este momento, alimenta a un tercio de la humanidad. No pretendemos vivir como en España o Alemania. El objetivo es vivir con dignidad y con las cosas básicas. Ahora vivimos mucho mejor que hace cinco años. Los cubanos ya notan la diferencia. Y vivimos con una alegría que ya quisieran los europeos.

P. ¿En Cuba se respetan los derechos humanos?

R. Mucho más que en cualquier otro lugar.

P. Pero hay gente que está en la cárcel por oponerse al Gobierno.

R. No. Están en la cárcel por ser asesinos, por ser delincuentes o por estar al servicio de Estados Unidos para hacer daño a los cubanos. Son gente que ha incumplido la Constitución de nuestro país. Todos ellos han sido condenados por incumplir las leyes cubanas.

P. ¿Justifica que se condene a alguien por discrepar ideológicamente del Gobierno de su país?

R. Si discrepa en su casa sin poner bombas o dañar propiedades del Estado, jamás estará preso en Cuba. Pero si intenta dañar al Estado cubano, es lógico que acabe en la cárcel.

P. El poeta Raúl Rivero fue a la cárcel por sus escritos, no por poner bombas.

R. [Se queda unos segundos en silencio] Rivero integraba una red de periodistas pagados por Estados Unidos, y eso está demostrado. Se comportaron como mercenarios contra su propio pueblo.

P. En 1997, el Gobierno cubano aseguró que había descubierto los restos del Che en una fosa en Bolivia. Pero un libro publicado recientemente por un periodista de Le Monde y una periodista de EL PAÍS cuestiona que éstos sean los restos auténticos.

R. Ese libro responde a los intereses de Estados Unidos. Es una absoluta falsedad. Nosotros tenemos una fe ciega en nuestro Gobierno.

P. El Gobierno cubano sobrevivió a la Unión Soviética. ¿Sobrevivirá a la muerte de Fidel Castro?

R. ¿Y usted cree que la revolución la hace un solo hombre? Hace más de 50 años que resistimos el terrorismo de Estados Unidos, y eso no se consigue gracias a un solo hombre.

JAUME BAUZÀ - Barcelona - 08/06/2007 Diario El Paìs

miércoles, junio 06, 2007

Latinoamérica: La clase media, los movimientos sociales y la izquierda - James Petras

Rebelión
Traducido por Ulises Juárez Polanco ( www.juarezpolanco.com ) y revisado por Caty R.

El comportamiento político y social de la clase media se determina por su posición e intereses en la escala de clases y el contexto políticoeconómico al que se enfrenta. En el contexto de un régimen de derecha de economía creciente, créditos baratos e importaciones de bienes de consumo a bajo precio, la clase media es atraída por la derecha. En el contexto de un régimen de derecha en una grave crisis económica, la clase media puede ser parte de un amplio frente popular para intentar la recuperación de su pérdida de la propiedad, ahorros y empleos. Cuando hay un gobierno popular antidictatorial y antiimperialista, la clase media apoya las reformas democráticas pero se opone a cualquier radicalización que iguale sus condiciones con las de la clase trabajadora.

Tres ejemplos, Brasil, Argentina y Bolivia ilustran la orientación cambiante y las divisiones internas de la clase media. En Brasil los funcionarios, profesionales, abogados laborales y burócratas sindicales ambiciosos se apoderaron del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva. Con el 75% de los delegados apoyaron una alianza electoral con el Partido Liberal del big business y con el sector financiero. Ya en el poder, se transformaron de socialdemócratas a políticos neoliberales. Los movimientos sociales, incluyendo el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) y el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) apoyaron la elección de Lula por las promesas electorales, errando al no aplicar un análisis de clases referente a los cambios en política, liderazgo y programa.

El resultado fue que los movimientos sociales desperdiciaron cinco años discutiendo que el régimen de Lula era “territorio en disputa” que podría empujarse hacia la izquierda. Como consecuencia, el MST perdió impulso político, su organización se aisló y desorientó a sus militantes por casi cinco años. Mientras tanto Lula recortó en un 30% las pensiones de los sindicatos de los trabajadores del sector público (maestros, oficinistas, trabajadores de la salud, funcionarios, etcétera), elevó la edad de jubilación y privatizó los fondos de pensión públicos. De esto derivó que los sindicatos de empleados públicos rompieran con el gobierno y con la oficialista Confederación del Trabajo (CUT) y se adhiriera a otros sindicatos independientes para crear una nueva confederación, CONLUTA, que incluye estudiantes, ecologistas y otros grupos. En 2007, en una asamblea nacional, se unieron a CONLUTA el MST y sectores de la CUT para organizar una huelga general a finales de mayo. Los vínculos de los movimientos sociales con las políticas electorales de los partidos socialdemócratas, que se mueven hacia políticas neoliberales, son un desastre. La falta de un programa político independiente y orientado en clases y de un liderazgo orientado al poder estatal por parte de los movimientos sociales los obliga a subordinarse al antes socialdemócrata Partido de los Trabajadores, unido al imperialismo y al capital financiero y agro-mineral. Por otro lado, los sindicatos de trabajadores públicos y el sector público de la clase media debieron romper con Lula y buscar alianzas en la izquierda radical, incluyendo movimientos sociales, y rechazaron los lazos con la gran y petite bourgeoisie.

En Argentina la clase media, especialmente la petite bourgeoisie privada, apoyó el régimen neoliberal de Menem en la década de los 90. Su apoyo se debió al crédito barato (tasas de interés bajas), importaciones baratas de bienes de consumo y una economía dolarizada y creciente basada en préstamos extranjeros. Con la crisis económica (1999-2002) y el colapso de la economía (diciembre 2001-diciembre 2002), la clase media vio congeladas sus cuentas bancarias, perdió sus trabajos, los negocios cayeron en bancarrota y la pobreza afectó a más del 50% de la población. Como resultado, la clase media se “radicalizó”: tomaron la calle en una rebelión masiva protestando frente a los bancos, el Congreso y el Palacio Presidencial. En todas las grandes ciudades, los barrios de clase media formaron asambleas populares y se solidarizaron con las organizaciones de trabajadores desempleados (piqueteros) al bloquear las calles y avenidas más importantes. Esta rebelión espontánea de la clase media tomó el eslogan apolítico “¡Que se vayan todos!”, reflejando un rechazo al statu quo neoliberal pero también a cualquier solución radical. El sindicato de empleados públicos (CTA), de izquierda, y el sindicato del sector privado (CGT), de derecha, ofrecieron poco liderazgo –como mucho, algunos miembros individuales tuvieron peso en los nuevos movimientos sociales basados en las “villas miseria”, las vastas barriadas urbanas-. Los partidos marxistas e izquierdistas intervinieron para fragmentar el masivo movimiento de trabajadores desempleados, mientras re-ideologizaban y disolvían las asambleas de barrio de la clase media. Hacia mediados de 2003, la clase media derivó hacia políticas electorales y votó por Kirchner, quien hizo campaña como un socialdemócrata de “centro izquierda”. A principios de 2003, los precios mundiales de materias primas crecieron significativamente, Argentina pospuso y luego rebajó sus pagos de la deuda y Kirchner estabilizó la economía y descongeló las cuentas bancarias de la clase media que luego se orientó hacia el centro.

Mientras, Kirchner se aprovechó del fragmentado movimiento de trabajadores desempleados y conquistó a muchos líderes, dio subsidios de 50 dólares mensuales a cada familia e inició un proceso de negociaciones selectivas y de exclusión seguida de represión, aislando la izquierda radical de la izquierda reformista. En 2007, las luchas de clase más grandes envuelven a empleados del sector público o a la clase media y al régimen de Kirchner más que los pagos y salarios. El movimiento obrero conquistado se ha aliado al Estado. El movimiento de trabajadores desempleados aún existe pero con la fuerza muy reducida. La clase media privada, habiendo recobrado y disfrutado de un crecimiento próspero, se está moviendo del centro izquierda hacia el centro derecha.

Argentina es un ejemplo de cómo los políticos de clase media pueden moverse de la conformidad a la rebelión, pero al faltar una dirección política se mueven de regreso a la derecha. Con la estabilización, la clase media privada se separó de los empleados públicos, los primeros apoyaron a los neoliberales y los últimos la socialdemocracia.

El gobierno del MAS (Movimiento al Socialismo) en Bolivia tiene una masiva base electoral de pobres de la ciudad y del campo, pero sus ministros son todos profesionales burgueses, tecnócratas y abogados, con pocos líderes de movimientos sociales. Evo Morales combina demagogia política para las masas, como “nacionalización del petróleo y gas” y “reforma agraria” con prácticas liberales, como firmar alianzas empresariales con todas las mayores compañías internacionales de gas y petróleo y la exclusión de grandes plantaciones “productivas” propias de la oligarquía de la expropiación para la reforma de la propiedad. Mientras, la petite bourgeoisie privada, que inicialmente apoyó a Evo Morales para pacificar la rebelión de los indígenas y trabajadores, consecuentemente viró a la derecha. Además, mientras Morales simpatiza con las políticas de estabilización macroeconómica de austeridad al estilo del FMI, ha provocado que los mayores sindicatos públicos de trabajadores (especialmente maestros y trabajadores de la salud) vayan a la huelga.

Las consecuencias para los movimientos, como en Brasil y Argentina, incluye la fragmentación, división y retorno de la clase media privada hacia el centro derecha. Los movimientos sociales son desmovilizados y hay un descontento creciente entre el sector público de la clase media sobre incrementos salariales que apenas exceden los aumentos del costo de vida, a pesar del vasto incremento de los ingresos gubernamentales por el alto precio de las exportaciones minerales.

Los nuevos programas de centro izquierda (CI) de Lula, Kirchner, y Morales son en realidad la nueva cara de la derecha neoliberal. Los regímenes de CI han seguido las mismas políticas macroeconómicas, rechazando revertir las privatizaciones ilegales de regímenes anteriores, han mantenido las grandes iniquidades de clases y han debilitado los movimientos sociales. Los regímenes de CI se han estabilizado por un boom en los precios de materias primas y presupuesto y superávits de comercio, permitiéndoles proveer programas mínimos de alivio a la pobreza. El éxito principal ha sido desmovilizar a la izquierda, restaurar la hegemonía capitalista y un cierto grado de autonomía de EEUU al diversificar el comercio hacia Asia.

El principal problema para los movimientos sociales fue el fracaso de desarrollar un liderazgo político y un programa para el poder estatal, ergo, depender de los políticos electorales de una ambiciosa clase media profesional cambiante. Tan pronto como los movimientos subordinaron las políticas extraparlamentarias a los partidos políticos, quedaron enredados en alianzas “electoreras” entre los líderes de clase media y los grandes capitalistas.

El centro izquierda, tomando ventaja de las condiciones económicas internacionales favorables (altos precios de materias primas, alta liquidez) puede estabilizar la economía, disminuir el desempleo y reducir la pobreza, pero no puede resolver los problemas básicos del desarrollo desigual, subempleo, concentración de la riqueza y poder y explotación e iniquidades.

La relación de la izquierda con la clase media tiene un enfoque de derecha y de izquierda. El de derecha incluye renunciar a las demandas anticapitalistas y antiimperialistas para poder ganar el apoyo del sector privado de la clase media. Esto significa sacrificar cambios estructurales que favorecen a la clase trabajadora, campesinos y desempleados, a cambio de promesas vagas de empleo, estabilidad, protección a la empresa local y crecimiento. El enfoque de izquierda apunta a respaldar el sector público de la clase media, oponiéndose a medidas neoliberales como la privatización, apoyando la re-nacionalización de las industrias básicas, aumentos salariales, garantías de pensiones y seguro social y mejorar la educación y salud pública. El cambio para la izquierda es combinar la oposición del sector público de la clase media al neoliberalismo con el antiimperialismo y el anticapitalismo respaldado por los sectores militantes de los trabajadores y campesinos.

Mayo 2007.

Ulises Juárez Polanco y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.