lunes, mayo 14, 2007

Relaciones Peru - Chile. Jose Carlos Mariategui. 1929


Reproducimos dos textos de José Carlos Mariátegui escritos en 1929, en los cuales precisa la posición del socialismo peruano para analizar objetiva y certeramente las relaciones peruano chilenas, superando el trasnochado revanchismo burgués y promoviendo sinceramente la unidad de los pueblos y la esperanza de la integración de los países americanos como parte del cambio social. (M.A.O. 08 de mayo de 2007)

EL CAMINO A LOS ESTADOS UNIDOS DE SUD-AMERICA
(marzo de 1929)
Reportaje a José Carlos Mariátegui(*)

-¿Cómo juzga Ud. frente a la realidad peruana, el problema de Tacna y Arica? ¿Qué porvenir le asigna Ud. en el futuro americano a la unidad material y moral de nuestros países?
- Tengo para opinar sobre esta cuestión, lejos de todo motivo circunstancial u oportunista, el título de ser en el Perú uno de los escritores que no ha atizado la hoguera del revanchismo. Una distinguida escritora mexicana amiga mía me escribía recientemente de Santiago, invitándome a contribuir a la reanudación de las relaciones entre los intelectuales de los dos pueblos. Personalmente no tengo que reanudarlas sino que acrecentarlas y mantenerlas, porque no las había interrumpido.
Para la generación que siguió a la de la guerra, el problema de Tacna y Arica era, sentimental y moralmente, el problema dominante de la reorganización nacional. Esta generación tuvo un magnífico e inmaculado portavoz: González Prada. Pero la idealización de Tacna y Arica irredentas dio su más puro fruto en la Junta Patriótica y el Apostolado de Figueredo. La generación [actual] ha descubierto el problema de cuatro millones de indios irredentos y no ha podido ya pensar como la de González Prada. La reivindicación de Tacna y Arica ha sido explotada por la política del feudalismo, heredero y continuador de la Colonia, precisamente para descartar otras reivindicaciones. La juventud, el proletariado del Perú de hoy han respondido fraternalmente, por esto, a las palabras de la juventud y el proletariado de Chile. Muchos problemas comunes nos unen, para que pueda separarnos el de Tacna y Arica, que en un ambiente de amistad y comprensión tendrá la mejor garantía de una solución justiciera.
Si la solución es hoy posible, se debe en parte a que, pese a los chauvinismos recalcitrantes, se ha hecho ya un trabajo preparatorio en la opinión de ambos pueblos. Los demás factores del acercamiento son bien conocidos. No es necesario que me refiera a ellos. Económica, prácticamente, Chile y el Perú son dos países que, como productores, se complementan. Histórica, espiritualmente, su más glorioso patrimonio es el de las comunes, fraternas jornadas de la Revolución de la Independencia.
Y en cuanto al porvenir de la unión material y moral de nuestros dos países, mi esperanza y mi augurio son: que una confederación peruano-chileno-boliviana, u otra más amplia aún, pero en la que entrarán nuestros dos países, constituirá la primera Unión de Repúblicas Socialistas de la América Latina. ¿Utopía excesiva? Los mayores estadistas de Europa capitalista –desgarrada por ardorosos nacionalismos, dividida por lenguas, pueblos y tradiciones distintas-, declara su adhesión a una idea que, en ellos si, tiene el carácter de una utopía: los Estados Unidos de Europa. ¿Por qué la juventud del Perú y de Chile no ha de confesar su ideal que no sería sino una estación del camino a los Estados Unidos de Sud-América?

(*) Ultima parte del Reportaje a José Carlos Mariátegui para ser publicado en “El Mercurio” de Santiago de Chile. Reproducido en la revista “Repertorio Americano”, Costa Rica, el 24 de mayo de 1930. Valioso documento rescatado en el Boletín “Mariátegui Cien Años”, Nº 9, mayo de 1994. El reportaje va precedido por un comentario de Rafael Maluenda.




EL ARREGLO PERUANO-CHILENO
(Mayo de 1929)
Por José Carlos Mariátegui (*)

Si ha habido en el Perú, en los últimos años, una tendencia que ha tenido, frente a la cuestión de Tacna y Arica, una posición neta y realista, ha sido la de izquierda. Desafiando el chovinismo del ambiente, cultivado por la política burguesa, la juventud y el proletariado de vanguardia del Perú, han tendido la mano, en más de una oportunidad, a la juventud y el proletariado de vanguardia de Chile, que antes había dado prueba explícita de su repudio de la chilenización y detentación de Tacna y Arica. Gómez Rojas, Vicuña Fuentes, son nombres que recordarán siempre esta protesta, dictada por un noble espíritu de justicia a la vez que de fraternidad y reconciliación.

La burguesía y el gamonalismo, por el contrario, no han renunciado nunca a la especulación política, frente a esta cuestión, de la que se han servido, explotando el sentimiento popular, para distraer a las masas de sus reivindicaciones de clase y, en veces, casi para prohibírselas. Los partidos y los políticos, han competido en la tarea de excitar un reivindicacionismo intransigente en la opinión pública: reivindicacionismo que degeneraba con frecuencia en frenético clamor revanchista. La plutocracia azucarera que hasta 1919, retuvo en sus manos el poder, y que obtenía una parte de sus ganancias de la exportación de azúcar a Chile, se esmeró en una declamación que, afirmando a ultranza la reivindicación de Tacna y Arica como una cuestión de honor y sentimiento, resulta su obra maestra de simulación e hipocresía. Los bandos políticos se bloqueaban y vigilaban unos a otros para impedirse toda tentativa de liquidación. Cuando un gobernante de visión progresista y práctica como el señor Billinghurst se atrevía al replanteamiento de la cuestión, se le vituperaba por este acto como un traidor, cobrándole en la crítica de su gestión internacional el rencor por sus tendencias radicales y anti-oligárquicas en la política interna. Y, en 1919, al abatir a la oligarquía azucarera, aunque para vencerla bastaba un programa populista que satisfaciese las exigencias de la pequeña burguesía, se recurrió de nuevo, sin la reserva que la situación aconsejaba, a la plataforma revanchista.

De un lado, la especulación, de otro lado el romanticismo y la retórica, han estorbado la formación de un juicio exacto sobre este problema internacional. Los hombres del movimiento radical o gonzales-pradista pertenecían a una generación sobre la cual actuaban demasiado imperiosa e inmediatamente las reacciones sentimentales de la derrota. El movimiento izquierdista de la juventud intelectual, que a medida que madura ideológica e históricamente se define y concreta como movimiento socialista, falto de precursores para adoptar un gesto nuevo, no contaba sino con el instinto de clase del proletariado. La lucha con los sentimientos mantenidos por la demagogia burguesa y pequeño burguesa era muy desigual y difícil. En esta atmósfera se propagó, en los primeros instantes de la paz wilsoniana, la ilusión de la justicia de la Sociedad de las Naciones; y, más tarde, sustituido el método de Wilson por el de Hughes en los negocios de Washington, la ilusión de la justicia de los Estados Unidos.

El Perú ha llegado así a la hora de hacer las cuentas con la realidad ¿Qué de extraño tiene que, frente al acuerdo, el sentimiento revanchista estimulado sistemáticamente por la política burguesa, haya hecho, sin extenderse esta vez a la clase obrera, y con escaso eco en las mismas clases medias, su última exacerbada reaparición? El tratado que ha auspiciado Norteamérica, fracasado su arbitraje, es al mismo tiempo que la liquidación de la derrota del 83 la liquidación de aquella política.

Somos de los pocos que no tienen en esto que cambiar de actitud ni ensayar un razonamiento nuevo. Hace dos meses declaraba el director de esta revista al redactor de “El Mercurio”, señor Maluenda, en un reportaje que ha quedado inédito hasta hoy, según parece por razones de diplomacia periodística: “Mi esperanza y mi augurio son: que una confederación peruano-chilena-boliviana, u otra más amplia aún, pero en la que entrarán nuestros dos países, constituirá la primera unión de Repúblicas Socialistas de la América Latina”. (**)

“Amauta” representa el único sector exento de responsabilidad en las especulaciones chovinistas. Tribuna del socialismo peruano, dirige su atención a los problemas que el de Tacna y Arica sirvió de razón para posponer y olvidar. En sus páginas, han colaborado escritores y artistas chilenos sinceramente deseosos de la reconciliación de ambos pueblos.

Hoy su solidaridad fraterna acompaña a los obreros, intelectuales y maestros que, representantes de la misma causa histórica, luchan en Chile contra el régimen reaccionario del general Ibáñez. Al partido y los sindicatos de la clase obrera, a los grupos de intelectuales revolucionarios que ese régimen fascista pretende aniquilar con sus persecuciones encarnizadas, va el saludo de “Amauta”. Este saludo es, también, nuestro voto.

Notas.-
(*) Artículo publicado, sin nombre del autor, en Amauta Nº 22, mayo de 1929. Probablemente escrito por José Carlos Mariátegui.
El año 1929 se firmó el Tratado Peruano-chileno, por el cual retornaba Tacna a la soberanía peruana, y Arica definitivamente se integraba a Chile.
(**).Se refiere al documento que reproducimos más arriba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

1. El Perú limita al centro con la pobreza. La disputa por la frontera sur no puede hacernos olvidar esa verdad. Hoy que desde la derecha hasta la izquierda oficial estan pidiendo "unidad nacional" nosotros les decimos que estamos de acuerdo. Pero que la unidad que queremos no es contra Chile. Es la de la nación oprimida por un cambio radical de Estado. Mientras sigamos con el Estado Neocolonial seguiremos con un país escindido: un Perú oficial basicamente limeño limitando por todos sus costados con un Perú real multicultural, multietnico y rico en recursos naturales que el Perú oficial desconoce cuando no quiere destruir.
2. ¿Se puede llamar nacional un gobierno que pretende liquidar las comunidades campesinas? ¿Tiene algo de patriotico permitir que una empresa extranjera convierta a La Oroya en una de las diez ciudades más contaminadas del mundo, al mismo nivel que Chernobil por ejemplo? ¿Podemos unirnos con quien pretende destruir o comercializar nuestra memoria historica? Estamos ante un gobierno neocolonial y no hay ninguna posibilidad de "unidad nacional" que no pase por cuestionarlo.
3. Esta "unidad nacional" trasciende las fronteras de los Estados criollos. Nuestras naciones están de un lado y de otro de los falsos limites. La nación quechua está en Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Las naciones amazonicas comparten Perú, Ecuador y Colombia. Los afroamericanos están repartidos por todo el continente. Hay una sola manera de lograr la "unidad nacional". Con una Federación de Estados Latinoamericanos en la que cada nación tenga autonomia sobre su territorio.
Comite Ejecutivo del Bloque Socialista