lunes, junio 11, 2012

Los traicionados - Fernando Rospigliosi *

En España apareció hace poco más de un año una corriente de protesta que luego se extendió a otros lugares conocida como los indignados. En el Perú ha surgido un movimiento cada vez más numeroso y, sobre todo, más iracundo, irritado y exasperado, el de los traicionados. Los traicionados por Ollanta Humala.
Más rabia
Los estallidos de violencia y las protestas que se vienen produciendo desde que Humala asumió el gobierno, tienen un ingrediente adicional al de las revueltas ocurridas en gobiernos anteriores: la rabia de los manifestantes, que se sienten estafados por el candidato que los alentaba en sus demandas y en los métodos muchas veces violentos que utilizan.
Humala y su gente estimularon prácticamente todos los reclamos que sucedieron desde el 2005 en adelante. A Ollanta además, se le identificaba con el violento “Andahuaylazo”, protagonizado por su hermano Antauro, pero presuntamente dirigido por él, según la propia versión de Antauro.
Ollanta usaba como carta de presentación política el alzamiento de Locumba contra Alberto Fujimori.
En Bagua hubo varios prominentes humalistas azuzando a los nativos y, después de la matanza, Ollanta exigió la destitución del presidente Alan García.
Humala propagó durante años un discurso radical antiminero, una de cuyas expresiones fue la famosa disyuntiva entre el agua y el oro enunciada precisamente en Cajamarca.
En suma, Ollanta participó en dos sublevaciones armadas, pidió la destitución de 3 presidentes y alentó todas las protestas. Para todos aquellos que intervienen en revueltas violentas o simpatizan con ellas, él era el arquetipo, el modelo a seguir, el presidente ideal.
Lo que se podía esperar
Con esos antecedentes, era previsible que si ganaba Humala los conflictos se desbordarían. En abril del año pasado señalé que:
“Humala pretende engatusar a los electores peruanos con el cuento de que él disminuiría los conflictos cuando, en realidad, lo más probable es que aumenten. En efecto, mucha gente entusiasmada con el discurso radical, empezará a exigir todo, lo posible y lo imposible, recurriendo a los métodos que el propio Humala ha instigado antes, el bloqueo de carreteras, el desorden y la asonada”. (“Humala y los conflictos”, 12.4.11, Espacio Compartido, http://bit.ly/hbKEwL).
Se pueden discutir mil argumentos a favor y en contra de Humala. Pero en conflictividad social no hay duda que era el peor de los 5 candidatos con opción.
Hipocresía
Con el cambio de gabinete en diciembre del año pasado un grupo de izquierdistas fue echado del gobierno. Un congresista fue expulsado por apoyar a los antimineros de Cajamarca. Ahora han renunciado otros más.
Ellos tienen razón en una cosa: Humala ha dado un viraje de ciento ochenta grados en el último año, abandonando las ideas radicales y extremistas, y ubicándose cada vez más a la derecha. Desde ese punto de vista, está perfectamente justificado su apartamiento del humalismo y las críticas que hacen al Presidente.
Sin embargo, hay una inocultable dosis de oportunismo que los izquierdistas tradicionales pretenden obviar hoy día. El Humala del 2012 es, en muchos sentidos, el mismo que ellos criticaban el 2006.
En efecto, en ese momento ellos acusaban a Ollanta de ser un militar violador de los derechos humanos y un corrupto que sobornaba testigos para ocultar sus crímenes.
Destacaban el hecho que Humala era un militar con un entorno militar montesinista. Javier Diez Canseco lo calificó con rotundidad como “caballo de Troya del montesinismo”, aludiendo a sus contactos telefónicos con Vladimiro Montesinos durante el levantamiento de Locumba, en los mismos momentos en que el ex jefe del SIN escapaba del país.
El 2011, sin embargo, Humala se convirtió para las izquierdas en el gran líder democrático y popular que el Perú necesitaba.
¿Qué había cambiado? Nada, salvo una cosa. En el 2011 Humala les abrió las puertas, formó una alianza con ellos –Gana Perú–, los incorporó a sus listas parlamentarias y les prometió puestos en el gobierno. En el 2006 les había dado con la puerta en la nariz, dejándolos fuera.
Esa diferencia fue la que modificó completamente la percepción de las izquierdas del militar montesinista, violador de los derechos humanos, a gran líder democrático, progresista y popular.
El gran beneficiado en el gobierno por los ataques de los izquierdistas, es el premier “chambón” –como lo califica Augusto Álvarez– Óscar Valdés, que se mantiene todavía en su cargo, gracias a los ataques de Gregorio Santos y los congresistas renunciantes, que han impedido hasta ahora que Humala lo cambie para no concederles una victoria.

Nació el 25 de febrero de 1947 en Lima. Estudió sociología en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Ha trabajado como profesor e investigador académico de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, editor y columnista del semanario “Caretas” y comentarista del Canal N de televisión. Ha sido investigador del Instituto de Estudios Peruanos, IEP.
Se desempeñó como Ministro del Interior en dos ocasiones durante el gobierno de Alejandro Toledo y Presidente del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI), la agencia de inteligencia del Estado.
Actualmente escribe la columna "Controversias" en el diario La República y conduce "Llanta de prensa", en ATV+.


fuente:  http://www.larepublica.pe/columnistas/controversias/los-traicionados-09-06-2012

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