Jaime Bayly/candidato. Dos horas a la semana  en televisión le han servido para insinuar una eventual candidatura  presidencial en el 2011. Buscando las claves que le han dado puntos en  las encuestas, Domingo  planteó a analistas políticos y comunicadores  sociales tres preguntas sobre el tema: 1) ¿Por qué alguna gente lo  respalda cuando aún no es segura su participación? 2) ¿Cómo afecta su  presencia y su estilo nada serio al debate político? y 3) ¿Le conviene a  algún candidato –o afecta a otros– su ingreso a la campaña? Varios de  los consultados reconocen que Bayly ha planteado temas que otros  políticos jamás discutirán, pero también hay quienes creen estar ante  una palomillada que solo les provoca un sonoro y prolongado ataque de  risa.
Chacotero sentimental
Alberto Vergara
Politólogo. Hace un doctorado en Ciencia Política en la Universidad de  Montreal, Canadá
Es una candidatura chacotera hablándole a un público chacotero. Todavía  es una versión presidencial de Susy Díaz. En tal sentido me resisto a  leerlo en clave ideológica (una candidatura liberal, conservadora o de  derecha) y tampoco lo veo como la conspiración sombría de las fuerzas  “capitalistas”. Estamos ante una chacota apitucada. Su intención de voto  va paralela a la de su rating dominical: reina en A y B y abajo se  ningunean recíprocamente. La candidatura de Bayly puede cosechar votos  entre los prósperos y modernos del país, o sea, en las ciudades de la  costa. Ahí puede saquear con red, sobre todo a Castañeda y a Keiko quien  debe ver con horror la aparición de un candidato que también ofrece  liberar a su papá. Lo que encuentro irresponsable es que cierta derecha  económica lo vea con ojitos de simpatía. Si alguien de izquierda  enfilara en los mismos términos, por ejemplo, contra el Congreso  inmediatamente aparecerían los dedos índices señalando al chavista  anti-sistema. Imagino que es la confirmación de que Eduardo Dargent  tiene razón cuando afirma que nuestra política, tanto a derecha como a  izquierda, está plagada de demócratas precarios. En conclusión, la  candidatura parece estar diseñada para arruinar candidaturas de perfil  “anti-político” más que para construir una propia. Porque Bayly parece  confirmar lo que cantábamos en los ochenta: lo que para arriba es  excéntrico para abajo es ridiculez.
Bayly es un payaso
Javier Arévalo
Escritor, editor y promotor cultural. Tiene varios libros publicados.
Bayly es tema para Maritza Espinoza y Fernando Vivas; él no hace  política, hace televisión. Si fuera elegido sería porque los  televidentes son masa, los ciudadanos peruanos, no. Bayly es el mejor  payaso que tiene el Perú (no lo insulto, mejor diré claun). Desaparecer  al ejército, quitarle a Cipriani el sueldo de ministro que recibe sin  trabajar, que cada niño peruano tenga una educación que le permita salir  de la pobreza, son políticas atrevidas y modernas, pero cuando las  propone él, suenan a disparates. Bayly es el Susy Díaz de la política  peruana. Si Susy fue congresista, Bayly puede ser presidente. Manrique  también lo habría sido, pero lo metieron a la cárcel. 2 de cada 10  peruanos quisiera que Fujimori fuera presidente, pero robó, mató y lo  pescaron; quizá dentro de 25 años. Ignoro qué intereses representaría  Bayly que respondió a la marcha de los cuatro suyos con la marcha a  Miami. Luego de perseguir a García por sus enfermedades mentales, parece  que ahora los dos compran litio en la misma farmacia. Marusix como  ministro de la Mujer sería un faenón y los empresarios no se asustarían,  porque en un gobierno de Bayly gobernaría, como siempre, PPK. Si  gobernara Bayly –digo, es un decir–, no habría mensaje a la nación, sino  spot a la nación y seguramente sería un cague de risa.
No subirá mucho más
Eduardo Dargent
Cursa el doctorado en la universidad de Austin en Ciencia Política
Autor del libro “Demócratas Precarios”
Ante todo, tal vez todos estemos cayendo en un juego de Bayly que, desde  ya, sabe que todo no pasará de una broma. Sobre la encuesta: cuidado  con esta cifra. La encuesta a la que se refieren es en Lima y los que  responden son aquellos que dicen que “definitivamente” votarían por  Bayly. Asumiendo el porcentaje como certero, no me sorprende. Creo que  debe esperarse un crecimiento de algunos puntos de Bayly por ser una  figura mediática y con un estilo mucho más interesante que el de otros  candidatos. No me sorprendería si llega al 8-10% en Lima. Pero me  inclino a pensar que no subirá mucho más.
Creo que los ‘outsider’ no pueden aparecer en cualquier lado del  espectro político, sino donde hay cierto espacio para aprovechar. Que  seamos un país con partidos débiles y opciones ideológicas poco claras,  no implica que el electorado vote simplemente por simpatía. El  ‘outsider’ emerge donde hay electores sin candidato. Así fue con el voto  de Fujimori en el 90: la percepción del FREDEMO como muy a la derecha,  llevaron a la centro derecha y centro a votar por Fujimori y llevarlo a  la segunda vuelta, donde recibió el apoyo mayoritario del electorado. De  manera similar, Ollanta Humala emergió en un flanco izquierdo que no  ocupaba nadie con suficiente credibilidad en el 2006. Me parece que,  dada la fortaleza actual de varios candidatos en diversas partes del  espectro político, no hay mucho espacio para Bayly, a quien se asocia  más con la derecha. Hay presencias muy polarizadoras en la elección,  como Keiko Fujimori y Ollanta Humala, que hacen riesgoso jugar con  nuestro voto. Entonces, no creo que en esta ocasión el voto estratégico  del electorado peruano, que ha dado sorpresas y cambios bruscos en  varias elecciones, lleve a Bayly a ganar o a la segunda vuelta.
No obstante, va a ser una campaña divertida y espero que (Bayly)  introduzca temas que los demás candidatos ni plantean. Pero imagino que  mientras avance la campaña y se definan los dos o tres primeros lugares,  el voto estratégico de los electores dejará de lado opciones más  pequeñas. No veo a Bayly colándose en el grupo de tres candidatos que  suele concentrar votos al final de la elección.
Un espacio para la risa
Ezio Neyra
Escritor y sociólogo. Su último libro es “Todas mis muertes”
Hay un descontento generalizado entre los peruanos, que por lo general  tendemos a desconfiar de todo aquel que se nos para en frente, y en  especial de nuestros políticos. La candidatura de ‘Bayle’ (si llega a  existir, que lo dudo) abre un espacio para la risa, que siempre viene  bien. Y no creo que nos riamos de ‘Bayle’ sino más bien que nos reímos  con él de nuestra clase política, tan desprestigiada.
No recuerdo ninguna elección en la que no haya tenido que optar por la  opción menos mala. Nunca deposité mi voto realmente convencido de la  propuesta de ningún candidato. La política peruana está bastante  banalizada desde hace mucho tiempo (¿qué diferencia hay entre el baile  del chino, los movimientos sensuales de Alan García en los estrados de  baile o el hit que acaba de componer Tongo?) ‘Bayle’ quizá termine  convirtiéndose no en la mejor opción, tampoco en la peor, pero sí en la  más divertida.
Pensemos también en que la risa, la carcajada, conlleva su parte de  crítica mordaz. Y es lo que ‘Bayle’ hace todo el tiempo. Criticar a  través de la carcajada. En esta medida, varios temas de la supuesta  candidatura de ‘Bayle’, de los que nunca se habla porque nos gana la  mojigatería, no hacen más que enriquecer el debate.
Habrá que ver primero cuál es el porcentaje real de gente dispuesta a  votar por ‘Bayle’. Pase lo que pase, espero que todos, políticos y  sociedad civil, nos veamos beneficiados al poder discutir temas que han  sido puestos al margen, y que nos siguen alejando de ser una democracia  moderna.
Bayly, el antisistema
Alexandro Saco
Comunicador y abogado
Su posición en algunos casos apunta a modificar estructuras  institucionales y mentales, y eso es positivo en medio del  conservadurismo antiliberal de derechas e izquierdas. Varias de sus  propuestas son atendibles y pueden servir para marcar nuevos límites  políticos. El aborto pleno, la legalización de las drogas ilícitas por  la absoluta ineficacia de su combate, un Estado realmente laico que no  deba tener el visto bueno de la Iglesia Católica, y que las distintas  opciones sexuales tengan los mismos derechos que los heterosexuales, son  propuestas antisistema, porque van contra creencias establecidas.
El país necesita discutir sobre esos tabúes, que traducidos en políticas  públicas, afectan a muchos peruanos restringiendo su libertad; lo  criticable en todo caso son sus sesgos, sus actuales promotores y su  desconocimiento de temas urgentes para el país. Si bien su estilo es  lúdico, es preferible a los pishtacos, las encuestas que no existen y  tanta arbitrariedad que recibimos a diario. Bayly puede ser el real  candidato antisistema, pero difícil que sea un candidato anti modelo  económico, aunque diga que las mineras tratan a sus trabajadores como  acémilas. De hecho la campaña será mejor si él participa.
Solo quiere divertirse
Enrique Patriau
Periodista y magíster en Ciencia Política
No debería llamar a tanta sorpresa que un personaje como Jaime Bayly  aparezca en las encuestas como seria opción presidencial. Es un escritor  reconocido, inteligente, se expresa muy bien y derrama carisma. Encima,  lleva adelante una exitosa carrera televisiva. Si yo me dedicara a la  asesoría de campañas, mataría por un cliente así. Digamos que desde el  punto de vista de la comunicación política, Bayly es un tremendo golazo. 
¿Que su discurso tiene escaso (o nulo) contenido ideológico  -programático? ¿Que es un outsider (otro más)? ¿Que Tongo le ha  compuesto su primer jingle? Bayly no pretende ser lo que no es.  Representa la anti-política en su manera más descarnada. Si antes votar  por Belmont o Fujimori supuso buscar alternativas al político  tradicional, hacerlo ahora por Bayly equivale, casi, a votar en blanco o  nulo. Es como decir: “voto por Bayly porque no quiero votar por  nadie”.  
Dicho esto, mi impresión es que Bayly solamente aspira a divertirse un  rato. Y su aventura –hasta donde llegue– no tendría por qué perjudicar  el correcto desenvolvimiento de la campaña. Más bien, ha puesto sobre la  mesa ciertos temas –aborto, matrimonio homosexual– que son superados  por los demás candidatos y partidos.
Una reflexión final. Es verdad que las nuevas tecnologías en internet  (Twitter, Facebook) vienen abriendo muy interesantes posibilidades de  comunicación y movilización, pero el caso Bayly demuestra que la  influencia que ejerce la televisión sobre la política permanece  inalterable. Para pensarlo.
La payasada en terno y corbata
Carlos Meléndez,
Sociólogo de la PUCP, con estudios de doctorado en Ciencia Política,  Universidad de Notre Dame (USA).
El sistema peruano gira en torno a candidatos sin partidos y en muchos  casos sin plataformas políticas. Es una democracia sin partidos (pero  con candidatos). Una política de baja institucionalización y de alta  personalización. Para construir una candidatura exitosa se requieren al  menos 3 elementos: un candidato con atractivos personales, una  organización política con inscripción válida para competir, y un equipo  que elabore lineamientos de gobierno. En un sistema político como el  peruano, que gira en torno a candidatos sin partidos y un descontento  generalizado, lo primero que se evalúa es el atractivo del potencial  candidato. En este caso, la irreverencia y desenfado políticamente  incorrecto se convierten en la primera piedra de la candidatura de  Bayly. Pero esta no está completa hasta que no intervengan los restantes  complementos. Quienes los poseen y los pueden ofrecer como en mercado  persa son los que han producido el respaldo existente y creciente a la  probable candidatura del periodista y escritor; y son:
1. Partidos inscritos: José Barba madrugó a todos, ofreciendo la  inscripción de su organización política “sin nada a cambio”. Similares  casos suceden con Kouri (quien ha recibido la invitación de 4  organizaciones políticas), con PPK y la Coordinadora Nacional de  Independientes, con Alfredo Barnechea y Jaime Salinas y UPP,  con Yehude  Simon tratando de convencer a Fernando Andrade a plegarse al Partido  Humanista, etc.
2. Plataformas políticas: de derecha a izquierda existe una suerte de  operadores políticos, periodistas “influyentes”, asesores e  intelectuales que por distintos motivos (ideología, convicciones  personales, pragmatismo, negocio) promueven y ofertan sus propuestas  políticas. Claramente un sector liberal, tanto en lo económico como en  lo social, que no se imaginaba representado por las alternativas  existentes, ve a Bayly como un potencial portavoz de su agenda. No es  casual el apoyo recibido tan enfáticamente por Fritz Du Bois (ultra  liberal en lo económico), Pedro Salinas (liberal en la reivindicación de  “derechos postmateriales” como la legalización de la marihuana, el  matrimonio gay, etc.), etc. En la izquierda pasa lo mismo, como lo  expresa el repentino apoyo de profesores universitarios de izquierda  (Sinesio López, Nicolás Lynch) a Humala.
2. ¿Cómo afecta la forma en que está presentando su supuesta  candidatura? ¿Banaliza las elecciones?
Los partidos ya no son esas organizaciones estructuradas y  disciplinadas, con jerarquías, militantes, planes de gobierno enraizados  en sus estructuras, y presencia territorial. Los partidos son vehículos  para llegar al poder. Por lo tanto, son altamente dependientes de las  candidaturas que las encabezan. En el caso de Bayly, su capital político  proviene de la televisión y del espectáculo. Es normal que sea banal.  Su banalidad proviene de su intento de generar un vínculo con el  electorado, y este vínculo se basa en lo que puede ofrecer para ganarse a  la gente: “show”. Mientras otras alternativas políticas pueden ofrecer  clientelismo (el fujimorismo) o la garantía de una gestión eficiente en  los sectores populares (los hospitales y las escaleras del alcalde  Castañeda); Bayly –por la procedencia de su capital político– apuesta a  lo que sabe: el intento de vínculo mediático con el mundo popular, pero  que llega caricaturizado por la lógica en la que ha estado envuelto a lo  largo de su carrera: canciones de Tongo, consultas de chamanes y  adivinos, apoyos recibidos de parte de figuras del deporte. ¿De qué otra  manera puede una candidatura originada en los sets de televisión luchar  por el respaldo popular?
Ese tipo de banalidad existe en política y es, hasta cierto punto,  necesaria para restar la seriedad que embarga los gustos masivos (sino  recordemos a Tudela bailando cumbia en el 2000 o a Alan García y el  reggaetón aprista).  (…) La banalidad es el intento (¿frustrado?) de  generar un vínculo con lo popular. Bayly no lo sabe hacer sino a través  de la caricatura, de la payasada vestida en terno y corbata. Lo cual no  es suficiente en un país heredero de la lógica clientelar y de la  promesa de un puente o una posta de salud en cada comunidad.
3. ¿Cuáles serían los políticos o partidos políticos que se  beneficiarían con la presencia de Jaime Bayly en la política peruana?
Dentro de la opción política de derecha –donde aparentemente se ubicaría  la candidatura de Bayly- podemos distinguir a una derecha neoliberal de  gran empresariado (PPK), una derecha económica de empresario emergente y  empresario interprovincial con enraizamiento social clientelar  (Fujimorismo) y sin él (Toledo), una derecha urbana tradicional (PPC),y   una derecha pragmática focalizada en la gestión urbana (Castañeda).  Dependiendo de su posicionamiento en este esquema, la candidatura de  Bayly entraría a jugar en este espacio y terminaría restando apoyo a  cualquiera de estas alternativas.
En contextos de transferencia de un gobierno democrático a otro de igual  tipo (donde la división democracia/autoritarismo no está en juego como  fue en el 2000), son los planteamientos en torno a la economía lo que  termina definiendo el respaldo electoral. Por más que Bayly insista con  reivindicaciones de derechos civiles liberales (i.e. matrimonio gay),  que inclusive podrían ser atractivos para liberales de izquierda; o por  más que hayan ciertos “issues” de importancia para cierto sector del  electorado (i.e. indulto o no a Fujimori), el clivaje fundamental es el  continuismo del modelo económico o no (léase: “sistema, anti-sistema”), y  en ese sentido Bayly entra a jugar en este lado de la cancha,  disputándose el electorado de derecha que considero es el mayoritario en  un país en crecimiento. Las posibilidades que fragmente aun más este  sector, por lo tanto, son muy altas.
Dependiendo de la oferta en el otro lado del espectro político, podría  ser beneficiosa para una alternativa que aglutine a la izquierda y evite  su fragmentación. Pero como es costumbre en este vecindario, quizás  este lado sea igual de fragmentado entre Humala, Arana, Simon, Villarán,  etc.; lo que es más preocupante dado que su electorado parece ser de  menor magnitud.
El APRA, a pesar del desgaste propio de un segundo gobierno, y sin un  candidato de peso, pero con la permanencia de la identificación política  que genera, terminaría siendo el que menos se perjudica.
jueves, febrero 04, 2010
Jaime Bayly, el posible candidato chicha, puro Tongo.
¿Y si no es broma?   
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