miércoles, noviembre 29, 2006

Los 80 años de Fidel: confidencias - Leonardo Boff

Lo que voy publicar aquí va a irritar o a escandalizar a aquellos a quienes no les gusta Cuba o Fidel Castro. Eso no me preocupa. Si no ves el brillo de la estrella en la noche oscura, la culpa no es de la estrella sino tuya.

En 1985 el entonces cardenal Joseph Ratzinger me sometió, por causa del libro Iglesia: carisma y poder, a un «silencio obsequioso». Acogí la sentencia, dejé de enseñar, de escribir y de hablar en público. Meses después fui sorprendido con una invitación del Comandante Fidel Castro, pidiéndome pasar 15 días con él en la Isla, durante sus vacaciones.
Acepté inmediatamente pues veía la oportunidad de retomar diálogos críticos que
junto con fray Betto habíamos entablado varias veces anteriormente.
Puse rumbo a Cuba. Me presenté al Comandante. Él, delante de mí,telefoneó
inmediatamente al Nuncio Apostólico con el que mantenía relaciones cordiales y le dijo: «Eminencia, está aquí fray Boff; va ser mi huésped durante 15 días. Como soy disciplinado, no permitiré que hable con nadie ni dé entrevistas, así observará lo que el Vaticano quiere de él: silencio obsequioso. Velaré para que se respete. Y así fue.
Durante 15 días, ya fuera en carro, en avión o en barco me mostró toda la Isla. Simultáneamente al viaje corría la conversación, con la mayor libertad, sobre mil asuntos de política, de religión, de ciencia, de marxismo, de revolución y también críticas sobre el déficit de democracia.
Las noches se dedicaban a una larga cena, seguida de conversas serias que a solían llegar hasta bien entrada la madrugada. A veces hasta las 6 de la mañana. Entonces se levantaba, se estiraba un poco, y decía: «ahora voy a nadar unos 40 minutos y después voy a trabajar». Yo iba a anotar lo conversado y después, a dormir.
Algunos puntos de aquella convivencia me parecen relevantes. Primero, la persona de Fidel. Es más grande que la Isla. Su marxismo es ético más que político: ¿cómo hacer justicia a los pobres? Después, su buen conocimiento de la teología de la liberación. Había leído una montaña de libros, todos anotados con listas de términos y de dudas que aclaraba conmigo. Llegué a decirle: «si el Cardenal Ratzinger entendiese la mitad de lo que entiende usted sobre teología de la liberación, bien diferente sería mi destino personal y el futuro de esta teología».

Y en ese contexto confesó: «Cada vez me convenzo más de que ninguna revolución latinoamericana será verdadera, popular y triunfante si no incorpora el elemento religioso». Tal vez por causa de esta convicción prácticamente nos obligó, a fray Betto y a mí, a dar cursos sucesivos de religión y de cristianismo a todo el segundo escalón del Gobierno y, en algunos momentos, con todos los ministros presentes.

Esos verdaderos cursos fueron decisivos para que el Gobierno llegase a un diálogo y a una cierta «reconciliación» con la Iglesia Católica y demás religiones en Cuba. Para terminar, una confesión suya: «Estuve interno en los jesuitas varios años; me dieron disciplina pero no me enseñaron a pensar. En la cárcel, leyendo a Marx, aprendí a pensar. Por causa de la presión estadounidense tuve que acercarme a la Unión Soviética, pero si hubiese tenido en aquel tiempo una teología de la liberación,
seguramente la habría abrazado y aplicado en Cuba». Y remató: «Si un día vuelvo a la
fe de mi infancia, volveré de la mano de fray Betto y de fray Boff». Llegamos
a momentos de tanta sintonía que sólo nos faltaba rezar juntos el Padrenuestro.

Yo había escrito 4 gruesos cuadernos sobre nuestros diálogos, pero en Río asaltaron mi carro y se llevaron todo. El libro imaginado jamás podrá ser escrito, pero guardo en mi memoria una experiencia inolvidable de un Jefe de Estado preocupado por la dignidad y el futuro de los pobres.

Fidel, 80 años
Frei Betto
Si hubiera una fábrica de productos lúdicos destinados al mercado político, quizás “¿Dónde está Wally?” ganase la versión “¿Dónde está la izquierda?”
Una parcela de la izquierda se siente avergonzada porque no es tan ética como ella misma propala; otra, porque falló el socialismo, excepto en Cuba.
En Corea del Norte predomina un régimen totalitario y en China el capitalismo de Estado.
Las plañideras del desastre del socialismo no se preguntan por sus causas ni
denuncian el fracaso del capitalismo para los dos tercios de la humanidad que, según la ONU, viven por debajo de la línea de pobreza. De ese modo abrazan el neoliberalismo sin culpa. Y lo adornan con el eufemismo de “democracia”, aunque acentúe la desigualdad mundial y niegue valores y derechos humanos cultivando la idolatría del dinero y de las armas.

¿Qué es ser de izquierda? Todos los conceptos académicos -ideológicos, partidarios y doctrinarios- son palabras huecas ante la definición de que ser de izquierda es defender el derecho de los pobres, aunque aparentemente ellos no tengan razón. Por eso, causa escalofrío ver a alguien que se dice de izquierda aliarse con la derecha.

Fidel es un hombre de izquierda. No hizo, entre 1956 y 1959, una revolución para implantar el socialismo. Su motivación fue librar a Cuba de la dictadura de Batista, rescatar la independencia del país y liberar al pueblo de la miseria. Cuando visitó los Estados Unidos, poco después de su llegada al poder, fue ovacionado en las avenidas de Nueva York.

La élite cubana se resistió a ceder los anillos para que toda la población tuviera dedos. Apoyada por la Casa Blanca, instauró el terror, empeñada en detener las reformas agraria y urbana y la campaña nacional de alfabetización. Kennedy, vitoreado como baluarte de la democracia, envió diez mil mercenarios para invadir Cuba por Bahía Cochinos en 1961. Fueron derrotados. Y la Revolución, para defenderse, no tuvo otra alternativa que aliarse con la Unión Soviética.

Cuba es el único país de América Latina que logró generalizar la justicia social. Toda la población de once millones de habitantes goza de los derechos de acceso gratuito a la salud y a la educación, lo que mereció elogios del papa Juan Pablo 2º en su viaje a la isla en 1998.

¿Acaso será el paraíso? Para quien vive en la miseria en nuestros países -¡y son tantos!-, la forma de vida de los cubanos es envidiable. Para quien se considera clase media, Cuba es el purgatorio; para quien es rico es el infierno. Sólo soporta vivir en la isla quien tiene conciencia solidaria y sabe pensar en sí a través de la óptica de los derechos colectivos. ¿O alguien conoce a un cubano que le diera la espalda a la Revolución para defender a los pobres en otra parte del mundo?

En el trayecto desde el aeropuerto de La Habana al centro de la ciudad hay una pancarta con el retrato de una niña sonriendo y la frase: “Esta noche 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno de ellos es cubano”. ¿Algún otro país del continente podría exhibir semejante anuncio a la mera puerta de entrada?

La simple mención de la palabra Cuba provoca escalofríos en los espíritus
reaccionarios. Critican la democracia de la isla, como si lo que predomina en nuestros países -corrupción, nepotismo, malversación- fuera modelo de algo. Entonces, ¿por qué no exigen que, primero, el gobierno de los Estados Unidos deje de profanar el derecho internacional y suspenda el bloqueo y cierre de una vez el campo su concentración en Guantánamo?
Se protesta contra los fusilamientos de la Revolución, y me sumo a esa crítica, pues soy contrario a la pena de muerte, pero ¿dónde están las protestas contra la pena de muerte en los Estados Unidos y contra el fusilamiento sumario practicado en Brasil por policías militares?
Cuba es hoy el país con mayor número de médicos y bailarines de ballet clásico por habitante. Y tiene en perspectiva un programa para atender gratuitamente, en los próximos años, a seis millones de latinoamericanos con deficiencia visual.

Fidel está internado en un hospital. ¿Qué sucederá cuando muera, después de haber sobrevivido a una decena de presidentes de los Estados Unidos y a 47 años de esfuerzos terroristas de la CIA para eliminarlo? El buenhumor
de los cubanos tiene la respuesta a flor de labios: “Como personas civilizadas,
primero trataremos de enterrar al Comandante”. Pero ¿será que el socialismo bajará a la tumba en su ataúd?
Todo indica que Cuba se prepara para el período pos-Fidel. Lo que no significa, como esperan los cubanos de Miami, que eso sucederá en breve. En noviembre, en la universidad de La Habana, el líder revolucionario advirtió que la Revolución puede ser víctima de sus propios errores y dejó en el aire una pregunta: “Cuando desaparecen los veteranos, ¿qué hacer y cómo hacerlo?”
En vísperas de su cumpleaños, el 13 de agosto, Fidel ya comienza a manifestar su testamento político. La mayoría de los miembros del Buró Político del Partido Comunista tiene entre 40 y 50 años, y cada vez son llamados más jóvenes a ocupar funciones estratégicas. Dado que el 70% de la población nació en el período revolucionario, no hay indicios de anhelo popular por el regreso al capitalismo. Cuba no quiere como futuro el presente de tantas naciones latinoamericanas, donde la opulencia convive con el narcotráfico, la miseria, el desempleo y la decadencia de la salud y la educación.

Feliz cumpleaños y pronta recuperación, Comandante
Leonardo Boff

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