jueves, setiembre 27, 2007

Delito de Opinión. El triunfo como oportunidad - Nicolás Lynch.

El triunfo que significa para las fuerzas democráticas y progresistas la extradición de Fujimori es una nueva oportunidad política que si sabemos aprovechar, con responsabilidad pero con decisión, puede significar un giro en la suerte que no nos ha acompañado en los útlimos años.

El quid del asunto es que por más que no lo señalen directamente las causas judiciales en curso que tiene Alberto Fujimori, su proceso es el proceso al golpe de Estado del cinco de abril de 1992 y a sus antecedentes y consecuentes económicos y políticos que fueron los que permitieron las tropelías que cometió. Ese proceso, que hoy está en el banquillo de los acusados, no ha sido finiquitado por la democracia que se inició con el gobierno de transición, se frustró luego con Alejandro Toledo y ha entrado en una abierta precariedad con Alan García.

Los crímenes no han continuado bajo la forma de masacres y corrupción abierta, pero el dominio de la política por los poderes fácticos, en especial los grandes empresarios y de refilón el veto de la Iglesia feudal, continúa. Nadie se atreve cuando llega al poder con la Constitución de Fujimori ni con la economía de Fujimori. La forma de entender la relación entre economía y política como el "capitalismo de amigotes" que inaguraron Fujimori y Montesinos es la moneda del día.

El blanco político de los peruanos que queremos un país decente es por ello el continuismo actual y para esto es una ayuda formidable tener al ex autócrata de cara a sus jueces. Esto de ninguna manera significa interferir en sus juicios. Estos solos, si se llevan limpiamente, serán la mejor prueba de lo que señalamos.

Su presencia definitivamente presenta problemas para el Apra derechizada y para la derecha tal cual, milite en Unidad Nacional o en cualquier otra parte. Hoy, que ven al antiguo dictador entre nosotros, no se atreven a defenderlo abiertamente y buscan tomar diferentes distancias. Es difícil identificarse directamente con el horror. Las bravatas del fujimorismo son, por otra parte, signos de debilidad. No han encontrado a las masas que iban a rescatar a su líder de la prisión ni han tenido el eco que creyeron entre la clase política. Es más, los hechos criminales que se cometen y se pudieran seguir cometiendo en estos días, como el asalto al "Ojo que llora", más allá de que estén o no ligados a su organización, no hacen sino aislarlos de la población y reducirlos en importancia.

La venida de Fujimori arrestado al país pone de nuevo la democracia en el centro de la discusión. Definitivamente no queremos la dictadura que él organizó, pero tampoco la democracia barata de sus herederos políticos. El Perú tiene derecho a una democracia que funcione y le dé bienestar a sus hijos, y felizmente cuenta con quienes hoy hemos sido capaces desde múltiples roles de lograr la extradición y mañana tenemos el reto de ser capaces de darle un gobierno distinto a nuestro país.
larepublica.com.pe

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