Hay tontos que se la creen. Hay tontas que piden un champancito, hermanita.
Eso de la encuesta del poder, que todos los años organizan los Apoyos, es un festival de egos supurados, una trampa para ratones, una humorada que los Ortiz de Zevallos organizan para distraer a la hinchada.
Como durante muchos años figuré, sin pedirlo, en la cima de todos los poderes de mentira –o sea de la prensa–, creo tener algo de autoridad moral para decir que eso de la encuesta anual de los que “importan” es un ensueño opiáceo en el que figuran los que parecen y un álbum de cromos que los niños más cojudos coleccionan con desesperación.
Ahora también, desde el exilio, figuro en “puesto honroso” entre los periodistas de la radio, de la prensa escrita y aun en el hit parade que consagra a los Emmy del burdelito televisual. Pura inercia, por supuesto. Condecoración de hojalata que uno no necesita. Suspirito limeño que siempre empalagó.
Porque los periodistas, sencilla y felizmente, nunca tuvimos poderes reales. Porque la prensa es la espuma de la ola, la invención sin patente, la marquesina pero no la película.
Los verdaderamente poderosos no salen en las encuestas de Semana Económica: salían en los libros de Carlos Malpica, aparecían una noche en una lista de la DEA, estornudaban suavemente en los directorios de los bancos. Lo que intenta hace años Semana Económica es que nos olvidemos del ranking del billetón y de la autoridad fáctica.
¿Alguien puede creer que Alan García es el hombre más poderoso del país? No me hagan reír. El hombre más poderoso del país se llama George Bush, que el otro día se fue a su provincia ultramarina de Irak. Es tan poderoso George Bush que hasta García ha logrado farfullar un inglés fronterizo sólo para intercambiar algunas palabras con el hombre en la cita de Apec.
¿Alguien puede creer que la señora Kuki Cheesmann no está en la lista de las personas que más influyen en el jefe de Estado, según Semana Económica?
¿Puede admitirse que Cecilia Valenzuela figure sólo en el puesto 22 de la lista de las 30 personas más poderosas del Perú, detrás de Fujimori y Pedro Brescia, cuando todos somos testigos del poder que irradia y cuando todos sabemos de sus desayunos en Palacio de Gobierno, entrando a la derecha, junto a la pérgola?
Además, nadie podría explicar por qué mezquinas razones no figura el doctor Alan García en la lista de las personas que mayor poder desestabilizador tienen. Ni por qué diablos no aparece don Jorge del Castillo como el abogado en activo más influyente de la subregión. Ni por qué Los Chistosos han sido cancelados en el rubro de funcionarios públicos que les correspondía. Ni mucho menos por qué Aldo Mariátegui aparece traspapelado y desaparecido entre los empresarios con más peso. Ni por qué Juan Paredes Castro, que sigue escribiendo en plomo de linotipo, sale con más punche que Mirko Lauer, que por lo menos tiene el plus de la literatura y la buena sintaxis. ¡Exijo una explicación!
Por otra parte, ¿cómo es que no figuran en esta encuesta de los poderosos del Perú, Luis M. Sánchez Cerro –cada vez más influyente–, Vladimiro Montesinos –inmortal intérprete criollo–, Víctor Joy Way –ahora encarnado en Alva Castro–, y, por supuesto, la inolvidable Tongolele, que también sale a escena a las 11 de la noche?
www.La primeraperu.com 5 de setiembre 2007
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