viernes, diciembre 28, 2007

Adiós a las utopías del siglo XX - López Soria

Filósofo, ensayista, ex rector de la Universidad Nacional de Ingeniería y director regional de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), López Soria ha publicado "Adiós a Mariátegui", un texto en el que plantea que mucho del pensamiento crítico del siglo pasado ha quedado virtualmente obsoleto, y que es imprescindible repensar los paradigmas y los ideales políticos desde una perspectiva posmoderna.

Por Raúl Mendoza
Foto: Claudia Alva


–El título de su libro Adiós a Mariátegui es simbólico, no trata del Amauta. Es más bien despedirnos de una forma de interpretar la realidad, ¿no es así?

–Efectivamente, el libro nombra a Mariátegui sólo en el primer capítulo, que se llama "Despedirse no significa olvidar", y lo que quiero decir es que hay que ir más allá del pensamiento crítico moderno del Perú de los años 20 del siglo pasado –del cual Mariátegui es uno de sus representantes– por varias razones: la primera, porque no han pasado en balde 80, 90 años. Han cambiado una serie de variables. ¿Quién se ocupaba del tema de la mujer, por ejemplo? ¿O del calentamiento global? Y tampoco había una organización internacional del crimen como ahora es el narcotráfico. Y así, una serie de elementos. También planteo el tema del Estado-Nación, que es el elemento más importante del pensamiento moderno. En los años 20, en el Perú, se entendía que era algo que estaba en proceso, que había que hacer partiendo del diseño inicial de fines de la Emancipación e inicios de la República. Ese era todavía un proyecto inconcluso.

–En su libro habla de dos formas del pensamiento moderno que planteaban la construcción del Estado-Nación ideal. Esos discursos fueron superados por la realidad.

–Así es. Uno de esos discursos se centra más en la importancia de las libertades (a través del ejercicio de los derechos ciudadanos), y el otro se centra más en la importancia del bienestar (a través del progreso). Pero hay que tener en cuenta que no se trata de liquidar, de terminar con ese pensamiento crítico anterior. Se trata de dialogar con ese pensamiento de tú a tú. Yo creo que hay que bajar a todos los pensadores de los años 20 de los altares, donde los hemos puesto con dos velas, y ponernos a conversar con ellos. Es lo que hay que hacer con respecto a la tradición. Y pensar en el país de aquí hacia adelante, teniendo en cuenta los cambios que han ocurrido.

–Ud. dijo que el pensamiento de Riva Agüero ya había sido superado, ¿el pensamiento de Mariátegui también ha sido superado?

–No. Lo que digo en el caso de Riva Agüero es que no hay que decirle adiós, porque la sociedad peruana se ha despedido de él hace tiempo. Creo que de Mariátegui no, como no se ha despedido de Haya de la Torre, ni de Basadre. Yo creo que sí hay que despedirse de ellos, pero seguir dialogando con ellos. En términos de la filosofía, hay que pensar lo no pensado por ellos.




Hasta luego. El pensamiento de Basadre, Mariátegui, Haya de La Torre, tan importantes en el Perú del siglo XX, debe ser revisado a la luz de los nuevos fenómenos de la globalización. “Despedirse no significa olvidar”, dice José Ignacio López Soria.
–Los dos discursos de los que hablamos, el de la libertad y del bienestar, han fracasado en nuestra historia, según su visión.

–Lo que creo es que las promesas que esos discursos traían, es decir, la promesa de extensión plena de la libertad, de la ciudadanía, de la equidad y, finalmente, del bienestar, en el Perú no se han cumplido. Hay pobreza, la participación ciudadana no es clara y hay exclusiones notorias. Digo más: aunque se hubiese realizado en su plenitud el proyecto moderno, este habría sido excluyente. Y lo habría sido porque cuando se diseñó el proyecto moderno en el Perú, a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, con los primeros líderes de la República y los primeros republicanos, ya diseñaron un Perú uniforme que no consideraba nuestra diversidad cultural. Consiguientemente, si se hubiese realizado perfectamente el proyecto moderno habría sido peor, porque hubiese aplastado la diversidad cultural. Se habría homogeneizado el país.

–¿Ya no es posible la construcción de un Estado-Nación? ¿Debe pensarse el país con otros parámetros?

–Lo que debe terminar es el Estado-Nación homogeneizante, porque la realidad que tiene que gestionar políticamente es multidiversa, multicultural, multilingüe, etc. Y ahí hay que incorporar todos esos elementos. Pero no incorporarlos al Estado-Nación porque sería tanto como homogeneizarlos. Lo que hay que concebir es un Estado-Nación, un país en el que las diversidades puedan dialogar entre ellas. A eso podríamos llamarlo Estado, porque, en realidad, las naciones en el Perú son muchas. De lo que se trata es de articular las diversidades para que estas puedan dialogar entre ellas, con la misma dignidad y reconocimiento, unas con respecto a las otras.

–El subtítulo del libro ’Pensar el Perú en perspectiva posmoderna’, ¿qué significa?

–Significa que las categorías características de la modernidad no me alcanzan para entender precisamente esa diversidad, porque la modernidad es homogeneizante. Por eso, hay que pensarla desde la posmodernidad y sus fenómenos: la globalización, las diversidades que buscan presencia y participación política, social, cultural, dentro de un Estado.


–La tesis principal del libro es lograr un diálogo entre diversidades, ¿para acceder a qué tipo de sociedad?

–A una que consista fundamentalmente en una convivencia de las diversidades. Estamos lejos del cumplimiento de un ideal de este tipo, no se puede diseñar cómo va a ser la sociedad del futuro. La utopía consistiría en comenzar ya a caminar en ese sentido, empezar ya a dialogar entre las diversidades. ¿A qué se llegará después? Presumo que puede llegarse a una especie de articulación convivencial de las diversidades, para decirlo en una sola frase, yo diría a que el hecho de vivir juntos, siendo diferentes, nos agrade. De manera que lleguemos al gozo de vivir digna y concientemente juntos. ¿Cómo llevarlo a la práctica? Será todo un proceso.

–Desde el título su libro es polémico. Seguro se abrirá una discusión sobre cómo repensar el país.

–Creo que una reformulación de la idea del Estado-Nación es necesaria. Entendiendo no que queremos deshacernos de él, sino que queremos construir uno en el que quepamos todos. Cabemos algunos, pero otros no. Otro tema a discutir es el tema de la diversidad cultural. De una vez tenemos que reconciliarnos con nuestra propia riqueza cultural, lo que no ocurre. Entre ellas la riqueza lingüística que es enorme, y debemos aprender a mirar positivamente. También se debe desarrollar el tema de los derechos culturales, en el que estamos un poco en pañales.

–¿Ha recibido críticas o comentarios del libro? No es fácil decirle adiós a Mariátegui.

–Estábamos pensando organizar probablemente unos conversatorios en enero, cuando ya un buen grupo de gente haya tenido la oportunidad de revisar el libro. Muchos me han dicho ‘el libro, por lo pronto, conmueve’. A algunos les conmueve para criticarlo y a otros, para apoyarlo. Lo que vamos a hacer es armar un coloquio sobre el libro y recoger lo que se diga.

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