El Perú debe ser el único país del mundo en que se cita libremente al almirante Emilio Massera y muy pocos se asombran.
Este experto en picana eléctrica, submarino (inmersión en tina de prisioneros por varios minutos), colgadas de distintas partes del cuerpo, introducción de palos punzantes por la vagina y el ano, lanzamiento desde helicópteros y secuestro de hijos de los detenidos, es la autoridad a la que consulta uno de los columnistas estrellas del diario “Correo” para que le preste una de sus frases emblemáticas:
“A nosotros que salvamos a la Argentina del comunismo, nos juzgan ahora por derechos humanos”.
Y, por supuesto, Andrés Bedoya Ugarteche dice que aquí también al ilustre ingeniero recluido en la DINOES, en Ate-Vitarte, lo quieren culpar por habernos salvado del comunismo, como ocurrió en la tierra de Videla y Massera. Malagradecidos.
Claro que también Hitler. Mussolini, Sukarno, Pinochet. McCarthy, y otros podrían argumentar en el mismo sentido: ¿querían que acabáramos con el comunismo, entonces qué nos vienen a hablar de derechos humanos?
De pronto, sin embargo, a una jueza italiana se le ocurre mover el proceso contra los responsables del Plan Cóndor de finales de los años 80, con el cual las garras de la represión gaucha se extendieron por varios países de América Latina.
Y vienen al recuerdo hechos que muestran como es que a esta guerra por acabar con el comunismo, los peruanos fuimos incorporados por maestros del otro lado del continente, que vinieron hasta aquí para dictar lecciones de cómo se secuestra, tortura y desaparece este tipo de enemigo, que no merece tener derechos.
Como cuenta el libro “Muerte en el Pentagonito” de Ricardo Uceda, por entonces todavía los oficiales peruanos tenían escrúpulos de agarrar a trompadas a una mujer. Entonces los oficiales gauchos les decían: “ya aprenderán”, “con el tiempo se aprende” Fujimori llega cuando el aprendizaje ya estaba maduro.
En “Correo” se ha escrito también burlonamente sobre la imbecilidad de procesar a Morales Bermúdez por su colaboración en el secuestro de lo que llama “angelicales terroristas montoneros”. ¿Y qué importan la Molfino y los demás muertos y desaparecidos si se trataba de acabar con el comunismo, aunque estos eran peronistas montoneros, una ideología un poco difícil de explicar, pero definitivamente no comunista? ¿Y qué michi los de La Cantuta, Barrios Altos y otros?
Razón tenía Cipriani cuando decía que a él no le vinieran con esa cojudez de los derechos humanos. Era un precursor de García, de Aldo M., de ABU y de otros.
29.12.07
www.rwiener.blogspot.com
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