viernes, octubre 19, 2007

El Gobierno de Alan Garcìa y La metamorfosis del miedo - Sinesio López Jiménez

El Zorro de Abajo. Metamorfosis del miedo

Montesquieu (1689-1755), el pensador que hizo de la política una ciencia, escribió que los sentimientos eran el motor de la política, que el impulso de la república democrática era la virtud (cívica), que el honor lo era de la aristocracia y el miedo, de la tiranía. Aquí en el Perú, sin embargo, el miedo dio a luz, no a una tiranía, sino al Presidente García, quien no es obviamente un tirano, pero tiene pasta para serlo. En el 2006 el miedo de las clases medias y altas a Ollanta Humala los llevó a elegir al mal menor; esto es, a García. En el lapso de un año, el miedo ha experimentado una metamorfosis afectiva. En un primer momento se transformó en expectativa y luego asumió diversas formas: confianza condicionada en una parte importante de las clases altas y medias, y desconfianza abierta en las clases populares, pobres y muy pobres y también en un sector de las clases acomodadas. La desconfianza de las clases populares y pobres ha devenido rápidamente en descontento y éste en desaprobación. Las encuestas realizadas a lo largo del año transcurrido de gobierno muestran la historia de esta metamorfosis. En julio más de la mitad de los peruanos, incluida la conservadora Lima, lo desaprobaba en las encuestas y lo rechazaba en las calles.

La última encuesta de octubre del IOP de la PUCP es más decidora: el 63% de los limeños, principalmente de las clases populares y pobres, lo desaprueba. Sólo el 30%, principalmente de las clases altas y medias, lo aprueba. Si la encuesta se hubiera aplicado en todo el territorio nacional, las cifras serían para hacer llorar de miedo a García. El hombre que ascendió al gobierno explotando el miedo de la gente hoy baja aceleradamente del poder, presa de miedo a fracasar: Quien a miedo sube, a miedo baja.

Pero el descenso de García no implica el ascenso de los líderes de la oposición. Casi todos han sido desaprobados en la encuesta. Esto significa que hasta la fecha no aparece en el país, al menos para los limeños, un liderazgo alternativo a García. Habría que ver si una encuesta nacional confirma o no este vacío de liderazgo opositor. Este dato tiene diversas lecturas. Una primera es que los ciudadanos no observan en el panorama político nacional una alternativa confiable al gobierno de García. Una segunda es que las pocas simpatías que tienen los limeños por los políticos se reparten desigualmente entre algunos líderes que ya compitieron en el proceso electoral pasado. Una tercera es que la caída de García arrastra a todos los líderes que están en el escenario político, tal como sucedió en los estertores de su primer gobierno.

Una cuarta es que el país está frente a una crisis de la política que se expresa en desconfianza en los políticos, en la desvalorización de sus instituciones y en la poca o nula credibilidad de la gente en la capacidad de los políticos, del gobierno y de la democracia para resolver los problemas más sentidos de la gente. Las instituciones políticas (gobierno, Congreso, PJ y partidos políticos) son las más vapuleadas en la encuesta.

Tampoco se salvan los medios de comunicación que, gracias a la generosidad y a la permisividad con el gobierno de García, son vistos con poca (35%) o con ninguna (17%) confianza por los limeños. Nadie valora la situación política como muy buena y muy pocos la ven como buena. La inmensa mayoría la califica como regular nomás (62%) y como mala (22%). Las miradas más pesimistas vienen de las clases populares, pobres y muy pobres y las más optimistas de las capas más acomodadas de la sociedad limeña. Lo mismo sucede con las expectativas sobre la situación política futura. Quizá lo más grave de este descalabro de García es que arrastra también a la democracia como régimen político. El 64% de los limeños no está para nada satisfecho con la democracia: la mayoría de siente insatisfecha o muy insatisfecha. Y la insatisfacción viene desde abajo.

En este caso sucede algo curioso: la insatisfacción es mayor en las clases populares (70%) que en los sectores pobres y muy pobres (63%). El desempeño negativo de García con respecto a las clases populares y pobres, termina siendo pagado por la democracia. El despeñadero toca fondo político con ese 39% de limeños que está dispuesto a aceptar una dictadura o al que le importa un comino la forma de gobierno. Este porcentaje se empina a casi el 50% de los encuestados en las regiones del centro, del sur y del oriente, conforme lo reveló la encuesta nacional que el IOP de la PUCP aplicó en julio de este año.

Quiero finalizar este rápido análisis político de las encuestas de octubre con dos breves conclusiones. La primera es la siguiente: El APRA ha dejado de ser un partido de los inconformes y los constestatarios para convertirse en el partido de los acomodados y de los satisfechos. García y su segundo gobierno han completado la faena del viraje conservador que otros comenzaron. La segunda conclusión es que el descalabro de García puede quebrar el lento ascenso del ciclo partidario que se inició el 2001 para dar lugar a un nuevo ciclo antipartido en el 2011, como ocurrió en el decenio fujimorista.
www.larepublica.com.pe 19 de Octubre 2007

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