Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
Cómo encarar al terrorismo, treinta años después
César Hildebrandt recordó, en la penúltima edición de su revista, la tarde de 1980 en la que, mientras conducía el programa electoral de América TV, le alcanzaron una nota que provenía de Chuschi y que él prefirió no comentar pues entonces no le dio importancia.
El día anterior a la elección –el 17 de mayo– con la que terminaba el gobierno militar y se reiniciaba la democracia, una de las vertientes radicales de la izquierda peruana, Sendero Luminoso, quemó las ánforas electorales en el distrito de Chuschi (Cangallo, Ayacucho), lo cual –después se sabría– constituyó el comienzo de la lucha armada que produciría alrededor de setenta mil muertos de acuerdo con los estimados de la CVR.
El horror de lo que pasó durante las dos décadas siguientes es historia conocida, pero cuando recién empezaba –en ese sábado de mayo de 1980– era imposible prever la gravitación tan penosamente importante que iba a tener en el país.
El aniversario treinta de ese hecho se cumplió hace menos de un mes y recibió muy poca atención periodística, a diferencia de lo ocurrido con el video difundido hace una semana de una marcha senderista en la Universidad de San Marcos en la que unas cincuenta personas solicitaron la liberación del criminal terrorista Abimael Guzmán y desfilaron con esas banderas rojas que a los mayores de treinta años nos llevan mentalmente al tiempo del horror senderista.
¿Qué es lo que tenemos ahora por delante? ¿De qué nos sirve todo lo que se supone que debemos haber aprendido los peruanos durante las últimas tres décadas para interpretar correctamente lo ocurrido hace poco en San Marcos, sus implicancias y lo que corresponde hacer?
Entre varias cosas, quizá sea crucial el poder contar con información que sea lo más precisa posible, poner en marcha acciones de inteligencia, aplicar medidas dentro del marco de la ley, entender que el combate político para contrarrestar al terrorismo es fundamental, y no caer en la tentación de utilizar lo ocurrido para beneficio político particular.
SL no ha muerto y está más allá del remanente mercenario que sirve al narcotráfico en el VRAE, pero no se lo debe magnificar con el fin de aprovecharlo para el interés político particular, como hacen varios ahora. Asimismo, no se puede estigmatizar a todo sanmarquino como senderista, y el anuncio de una intervención a la universidad es una bufonada fujimoresca sin sentido.
Hace treinta años, no se sabía lo que se venía. Hoy, en cambio, con todo lo aprendido, hay que actuar rápido pero sin caer en manos de los que quieren lucrar políticamente con el fenómeno senderista.
fuente: http://www.larepublica.pe/claro-y-directo/21/06/2010/el-sendero-que-hoy-tenemos-por-delante
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