Por Mirko Lauer
El exabrupto de un viceministro boliviano ha creado un feo incidente de lesa hospitalidad en la segunda juramentación de Evo Morales. Llamar a la presencia del ex premier Yehude Simon en representación de Alan García desaire y provocación es propio de un deslenguado, además de desinformado, no se sabe si natural o deliberado.
Las palabras del funcionario boliviano prácticamente responsabilizan a Simon de los sucesos de Bagua, que luego la prensa oficialista boliviana tipifica como una masacre de decenas de indígenas. No se le ocurre a este sector que los nativos pueden haber sido los principales masacradores, y las fuerzas del orden las víctimas más numerosas.
En cuanto a la presencia de Simon, los moralistas a los que les ha parecido poca cosa ignoran que el peso de un representante está dado en primer lugar por la persona a la que este representa. Tanto así que Simon, un político de primera línea identificado con la izquierda, fue sentado entre los mandatarios, como mandaba el protocolo.
Mientras el viceministro se despachaba, Evo Morales era todo lisonjas para Sebastián Piñera (“gana la izquierda, gana la derecha, pero es la democracia”). Ni una mención al ciclo de “constante violencia” que según el relator de la ONU James Anaya padecen los mapuches. La cosa ya suma el mismo número de muertos nativos que en Bagua.
Ni Morales ni algún otro cuadro boliviano aludió tampoco a las críticas de Piñera a Hugo Chávez, y dejaron que el presidente venezolano se defienda solo. Este conflicto, que ya ha sido llamado una “guerra por micrófono”, va a descolocar a Morales en los tiempos que vienen. Podría llegar el momento en que Morales tenga que decidirse.
Quizás el viceministro se lanzó teniendo en cuenta que la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) está reclamando para este segundo periodo dos ministerios, cinco viceministerios y la dirección de la reforma agraria. No los van a obtener, y acusan de ello a la “derecha residual” (“Gana la izquierda, gana la derecha…”).
El uso que hace Morales del Perú como piñata política para disimular que no están obteniendo mar chileno es conocido. Pero en este caso Simon piensa que el azuzador del reflejo ha sido Ollanta Humala, picado por la destacada presencia de su eventual competidor. El vocero PN Carlos Tapia ha rechazado la acusación.
Uno hubiera pensado que el envío de una figura de izquierda a Bolivia complacería tanto a Morales como a Humala. Pero la mezcla de ideología, geopolítica, elecciones y celo caudillista puede producir un verdadero caldo de cabeza. Ahora solo falta que al viceministro de marras no le guste el distinguido embajador progresista que ha enviado el Perú.
fuente: http://www.larepublica.pe/observador/26/01/2010/ese-enviado-no-me-gusta-matatiru-tirulan
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