A Contracorriente.
Fujimori la está pasando mal. No bien llegó extraditado, le impusieron una condena de 6 años por el allanamiento ilegal de la casa de la mujer de Montesinos. ¿Recuerdan cuando, valiéndose de un falso fiscal (un edecán de Palacio), entró a robarse las cintas de video que lo incriminaban y que el "Doc" guardaba en casa de su "ex"? Él quería que condenen al edecán, que obedecía sus órdenes, a una pena mayor que la de él, pero le dieron más ¡por el simple hecho de ser el jefe del edecán!
Luego, conforme los juicios en los que enfrenta las más graves acusaciones avanzan –los que tienen que ver con crímenes y graves violaciones a los DDHH como La Cantuta y Barrios Altos, con penas de hasta 35 años– las pruebas se acumulan. Su rostro está cada vez más demacrado y su soledad se agudiza. Cuando debe enfrentar los crudos testimonios de los sicarios de Colina y del SIE, convocados como testigos por su propio y costoso abogado defensor, lo abruman los resultados y la ausencia de sus partidarios. Ni las Marthas Chávez ni las Cuculizas lo acompañan. Ni Raffo, su payaso preferido. Apenas el fiel Saravá soporta las sesiones hasta el intermedio del almuerzo y se retira discretamente. Pero lo más duro es que hasta su hija, la ex "primera dama" (a la que él abandonó a su suerte cuando se fugó al Japón y renunció a la Presidencia por fax, luego de sacar un cargamento de maletas en el avión que abordó), su querida Keiko, le paga con parecida moneda. Anuncia al país que ha decidido acabar una maestría, un periodo de estudios universitarios que –encima– se pagaron con el dinero de todos los peruanos usando unas tarjetas de crédito manejadas por Montesinos. ¿Se imaginan? Se va a estudiar en uno de los momentos más difíciles para papito. Lo deja como no lo hizo ni siquiera cuando estaba embarazada y dio a luz. ¿Puro cálculo del desgaste que le representaría estar en la sala?
Resulta burdo y hasta vergonzoso que una congresista, elegida por miles de limeños y pagada por el Estado, haga abandono del cargo y de su responsabilidad política para irse a estudiar. ¿Habrá pedido licencia sin goce de haber? En la web del Congreso consta como congresista en ejercicio. Si ha pedido licencia, ¿ha sido con o sin goce de haber? Pero, ¿será reglamentario y correcto que su amigo Gonzale Posada se la haya otorgado o ni siquiera la ha pedido ni se la han otorgado? Si no tiene licencia, ¿le están descontando o la habrán sometido a alguna investigación en la Comisión de Ética de los otorongos?
Lo cierto es que ni los fujimoristas más cercanos soportan ya las sesiones en las que los inmundos sicarios de Colina, recomendados por él al ascenso en las FFAA, no solo revelan sus ignominiosos crímenes –tan crueles como los de Sendero, pero con la garantía de impunidad oficial– sino que evidencian que eran un aparato del Estado fujimorista: un destacamento militar del SIE, que reportaba a la DINTE, al Comando del Ejército y al SIN, y ambos al Comandante Supremo de las FFAA y del SIN: el amnésico Fujimori. No soportan la reiterada versión de que contaban con todo el apoyo institucional y oficial en sus operaciones, que fueron agasajados por Hermoza Ríos y ascendidos por recomendación del mismo Chino (desde 1991), que éste no hizo nada por impedir su accionar aunque diga que lo ignoraba, y mienta al decir que ni recibía ni leía los reportes diarios de inteligencia –y de sus operativos– que le ponían en su despacho. No saben cómo reaccionar ante la evidencia irrefutable de que el líder vivía en el mismo SIE cuando se torturaba y secuestraba en sus sótanos, y que luego pasó a ser vecino –pasadizo de por medio– de Montesinos, despachando diariamente con él.
El Chino se va hundiendo en sus propias miasmas. Juega infructuosamente al idiota y desmemoriado, al desinformado e ingenuo. Un auténtico caído del palto, un samurai con pañales descartables y sable de papel cuyo rostro se retuerce y desdibuja cada día en la sala de la Dinoes. Un cobarde que no asume sus responsabilidades pero demanda lealtad de sus subordinados, mientras toma conciencia de que su impunidad se va esfumando poco a poco, que en las calles sus raleados leales escasean y que ni siquiera sabe si sus socios –Montesinos y Hermoza– le cubrirán las espaldas, jugando sus cartas al futuro político que el fujimorismo pueda tener –algún indulto– o si lo encararán para que asuma sus responsabilidades como hombre y todopoderoso gobernante.
Pero, cuando mira los asientos vacíos en la sala de la Corte y sólo ve la inconfundible imagen de Saravá, siente la ausencia de la heredera de la dinastía, de la princesa Keiko. Quizás hasta se atreve a pensar sobre lo que significa la lealtad. Aunque, pragmático y amoral como es, ha de recordar su propia conducta en el poder, su fuga, su olvido de incluir a la princesa entre los bultos que cargó en el avión en la fuga al Japón. Tirado en la cama, en la noche, recordará que "quien lo hereda, no lo hurta". ¿No es apenas algo propio del gen del Chino?
fuente: La Republica Perù
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