Las marchas bajo la consigna ¡No más FARC! en unas 160 ciudades de Colombia y el mundo han tenido un evidente impacto mediático. Pero si bien ellas han transmitido con fuerza y claridad su mensaje central, en la propia Colombia han dejado una estela de polémica acerca de su eficacia y su significado más amplio.
Los focos de la protesta son el hartazgo por el sucio comercio político y económico con rehenes que hacen las FARC, y un nuevo reclamo por la paz, ciertamente no el primero que hacen masas colombianas en las calles. Si bien el movimiento comenzó en la iniciativa de un particular en la red, el gobierno de Álvaro Uribe logró liderarlo, y hacerlo suyo.
Las resistencias a ¡No más FARC! han venido desde varios lados. Los parientes de rehenes temen que las marchas endurezcan a los secuestradores (que ahora ofrecen liberar rehenes a cuentagotas). Opositores al gobierno como la columnista María Jimena Duzán temen que las marchas sean el pórtico de un intento de segunda reelección de Uribe.
El partido de izquierda Polo Democrático y la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, organizaron una movilización alternativa bajo la consigna "Por un acuerdo humanitario: ¡No a la guerra! ¡No a los secuestros!", que mantiene distancia de las FARC pero incorpora la crítica a los asesinatos de los paramilitares y a los halcones del gobierno (a veces la misma cosa).
Mientras tanto Hugo Chávez, no tan velado blanco lateral de esta coyuntura de marchas, ha vuelto a ofrecerse como mediador para la liberación de tres rehenes. Dada su especial relación con las FARC, es seguro que lo va a lograr, con lo cual dará una puntada más a su proyecto de imponerle al Estado colombiano una paz entre fuerzas beligerantes.
Si bien Chávez no es mencionado en las marchas, un factor importante es que con las 160 movilizaciones y su impacto mediático las fuerzas anti-Chávez colombianas, gobierno de Uribe incluido por cierto, escalan el conflicto al ingresar al espacio internacional en el cual el presidente venezolano ha venido jugando como en su propia cancha.
¿Modifica todo esto la correlación militar de fuerzas en Colombia? Probablemente una mayor conciencia anti-secuestros de la ciudadanía colombiana y del mundo pueda reforzar la moral del impulso militar que lentamente les va ganando terreno a las FARC, y facilitar las gestiones económicas pro-fondos en el norte.
Lo que más bien no parece que va a modificar es la situación de Uribe, quien llegó a la presidencia y luego se reeligió ofreciendo más resultados que los que están a la vista hoy. Si la idea es reelegirse, como dice Duzán, estas marchas, que de algún modo ponen el destino de Uribe en manos de las FARC, no parecen una receta infalible.
fuente: La Republica, Columnista
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