martes, octubre 05, 2010

¿Ganó la izquierda? Pues sí, algo ganó - Por Mirko Lauer



A pesar de que durante la campaña se insistió mucho en que Susana Villarán representaba a una izquierda moderada en alianza con una izquierda radical, ahora empieza a sostenerse que no es la izquierda la ganadora en Lima. Para esto se argumenta que los votos de Fuerza Social no han sido ni izquierdistas ni ideológicos. Lo cual es en buena medida cierto, pero no cuenta toda la historia.

Pues hay más de una manera de mirarlo. Un porcentaje decisivo de ciudadanos que no son izquierdistas no ha tenido problemas para darle el voto a una candidata enfrentada a (y satanizada por) una derecha política y mediática. Una de dos: o a esos votantes la izquierda que encarna Villarán no les parece repudiable, o simplemente no les cree a los detractores de esta.

Digamos que acabamos de asistir a una nueva legitimación de la idea genérica de izquierdismo. El perfil y la posición personal de Villarán han ayudado, pero eso es algo que podemos afirmar de casi todos los triunfos electorales en el Perú. Lo diferente en este caso es la atmósfera de novedad que le ha dado precisamente el izquierdismo moderado a una candidata carismática.

El argumento de que no es la izquierda la que ganó transmite la inquietud sobre cuán replicable es esta elección. Por lo pronto la izquierda, ni la moderada ni la otra, tiene en cartera una candidatura con los rasgos de esta de FS en Lima. Pero al mismo tiempo la experiencia muestra que hay más simpatías por la izquierda en un número importante de regiones del interior: ya se vio que no es preciso tanto carisma.

Sería aventurado sostener que la izquierda se ha vuelto una carta ganadora en el 2011, pero lo menos que se puede decir es que ha revelado posibilidades de ser una socia apetecible para esa elección. No solo por la buena estrella de Villarán, sino por los resultados en el resto del país, donde el espectro político se ha movido visiblemente hacia algo que no es la derecha partidaria.

Otra faceta del argumento es que en estos tiempos no tendría mucho sentido hablar de izquierda/derecha. Entonces estaríamos asistiendo a una victoria de lo nuevo frente a lo viejo encarnado por los partidos tradicionales (en este sentido una vuelta a los 90), de los independientes sectoriales frente a los membretes nacionales, y de las mujeres frente a los hombres, por qué no.
El panorama ha cambiado. Los precandidatos presidenciales van a tener que remozarse de alguna manera, y a algunos que aún no lo son se les puede abrir una ventana de oportunidad. Quizás se fortalezcan las alas izquierdas de algunos partidos. Al mismo tiempo es probable que la derecha empiece a sentir mucho más la gravitación de sus sectores más extremos y recalcitrantes.

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