miércoles, junio 11, 2008

Las fosas del horror en Putis.

Por Nilton Torres Varillas

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En la fosa. El cráneo de una de las víctimas es cuidadosamente guardado en una bolsa por los expertos del Epaf.

A escasos setenta centímetros de profundidad, los restos de aproximadamente 65 personas asesinadas a balazos por elementos de las fuerzas armadas, estuvieron apiñados durante 24 años.

Más de dos décadas en las que familiares de los muertos y sobrevivientes de las ejecuciones extrajudiciales realizadas en la comunidad ayacuchana de Putis, en diciembre de 1984, clamaban justicia.

El 17 de mayo pasado, miembros del Equipo Peruano de Antropología Forense (Epaf) –peritos convocados por el Ministerio Público– comenzaron con el trabajo de exhumación en la primera de las cinco fosas que han sido identificadas en Putis, lugar donde según el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) fueron masacradas no menos de 123 personas, entre hombres, mujeres y niños.

Hechos que fueron sacados a la luz a través de la investigación periodística de Edmundo Cruz, quien el 17 de noviembre del 2001 publicó en La República la historia de estas ejecuciones arbitrarias realizadas por efectivos del Ejército acantonados en aquel alejado lugar de la serranía ayacuchana, a donde convocaron a la población dispersa debido al accionar de Sendero Luminoso con el ofrecimiento de brindarles protección y ayuda.

Aunque lo que encontraron allí fue una muerte cruel. Germán Vargas, director nacional adjunto de Paz y Esperanza, organización que acompaña a los deudos y sobrevivientes de Putis desde hace varios años, dice que de los restos hallados en esta primera fosa se puede determinar que la mayoría fueron mujeres, por las prendas halladas, y que solo allí puede haber, como mínimo, hasta 8 niños y niñas.

"Hay dolor en los familiares y sobrevivientes, pero junto a ese sentimiento está también el de la esperanza, en el sentido que después de 24 años empiezan a ver que por fin son atendidos. Durante años los restos estuvieron a la vista de todo el mundo, y que ahora esté allí una fiscal e instituciones de la sociedad civil se les presenta como una posibilidad de justicia", dice Vargas. "Este hecho se produjo por una acción criminal de militares.

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Trabajo forense. Los expertos del Equipo Peruano de Antropología Forense buscan unir los restos óseos de las víctimas para su posterior identificación.
Esto no fue un exceso. El sentimiento era que se podían cometer atrocidades sin que eso le importara a nadie. Lo que ocurrió allí fue una barbarie", añade Vargas.

–¿Por qué recién ahora se hacen los trabajos de exhumación?

–Creo que hubo una concurrencia de voluntades. Tiene que ver con la decisión del Ministerio Público de iniciar las exhumaciones, pero también porque había instituciones dispuestas a apoyar, como el Epaf.

–¿Recibieron apoyo militar o policial, teniendo en cuenta que Putis está en una zona de paso del narcotráfico?

–Sí, primero llegaron quince soldados, y luego otros quince. El ministro de Defensa (Ántero Flores Aráoz) declaró que ha apoyado, y eso no se discute, lo sustantivo es que hay una investigación que empezó en el 2001, a partir de la revelación de Edmundo Cruz y la posterior denuncia hecha por el entonces congresista Heriberto Benítez, y que fue recibida por la Fiscalía Provincial de Huamanga. Lo primero que se hizo fue pedir información al Ministerio de Defensa sobre el personal implicado, y contestaron lo de siempre: que los archivos se habían quemado, que no tenían la información.

–¿Y eso es posible?

–Es una tomadura de pelo. Así se hubiesen quemado los archivos, pueden identificar al personal destacado en aquel momento. Pareciera que hay un afán de encubrimiento del Ejército, y eso preocupa. Estamos en un gobierno democrático que se jacta de aspirar a la paz, y aquí hay una contradicción.

–Según la CVR, los oficiales de la matanza se hacían llamar "Capitán Bareta", "Comandante Óscar" y "Teniente Lalo".

–Efectivamente, y se ha pedido la identificación de estas personas. Hay que aclarar además que el jefe político militar de aquel entonces no era Wilfredo Mori, como se ha dicho, sino el general Adrián Huamán Centeno. Lo importante ahora es la colaboración de las fuerzas armadas y el gobierno para por fin judicializar este caso.

SOSPECHOSA INDIFERENCIA

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Los restos hallados en la primera gran fosa de Putis están siendo analizados por el equipo del Epaf, que somete los restos óseos a un estudio de ADN para comparar los resultados con las muestras tomadas a los familiares. Aunque en algunos casos no habrá forma de hacer estas comparaciones, ya que familias enteras fueron asesinadas, y en otros los parientes son tan lejanos que será difícil la identificación.

Germán Vargas dice que le sorprende la escasa atención que han merecido las exhumaciones en Putis por parte de la mayoría de los medios de comunicación, y que ha sido sobre todo la prensa internacional la que ha estado pendiente de los hechos.

"Esta es una noticia que tiene que ver con algo muy importante: aquí hubo una masacre y a muy pocos parece importarle. Y llama la atención el silencio de medios que para otras cosas son muy progresistas", dice Vargas, y agrega que lo ocurrido en Putis demuestra que matanzas de este tipo seguían un patrón establecido por las fuerzas armadas, cuando se conformaron los comandos político militares, y era presidente de la República el desaparecido arquitecto Fernando Belaunde Terry, a quien se le recuerda como un gran demócrata, aunque durante su mandato se llevarona cabo los actos más terribles de la lucha contrasubversiva.

"Los años 1983 y 1984 fueron los más violentos en cuanto se refiere a abusos de las fuerzas armadas. En ese periodo se instalaron los comandos políticos militares dirigidos, entre otros, por los generales Clemente Noel, Adrián Huamán Centeno, Wilfredo Mori, quienes fueron cambiando de mando debido a las denuncias de violación de derechos humanos que caían sobre ellos".

–¿Los deudos esperan que los militares pidan perdón?

–Los militares están más preocupados en las acusaciones a sus oficiales. Y no hay acoso contra ellos, sólo deseo de justicia.

–Falta encontrar los restos de otras decenas de personas asesinadas en Putis.

–Tenemos una versión de los familiares. Podrían ser más las personas allí masacradas. Según el testimonio de los sobrevivientes, fueron más de 200 que llegaron a Putis cuando el Ejército llamó a la población.

–¿Cuándo se reinicia la exhumación?

–Dentro de dos semanas, y va a depender del Ministerio Público, ya que no se sabe si Epaf continuará como perito o lo hará el Instituto de Medicina Legal. Lo importante es que se continúe con las exhumaciones. Y hay que agregar que no son solo estas fosas, sino que, en total, deben sumar catorce las ubicadas en los alrededores de Putis.

–Qué sigue luego?

–Ya se están tomando testimonios a familiares y sobrevivientes, y eso es un avance. Lo que va a demorar es el dictamen fiscal, que esperamos se dé este año. Dependerá del Ministerio Público y ayudaría mucho que los militares revelen los nombres de los oficiales implicados.

RELATO DE UNA SOBREVIVIENTE

Por Elías Navarro. Corresponsal.

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Germán Vargas, de la Asociación Paz y Esperanza.
El testimonio de Silveria Condoray Huayllasco es sorprendente. Ella es una de las sobrevivientes de la masacre de Putis, y pudo escapar gracias a la ayuda de su cuñado,quien la identificó frente a los militares como habitante de otra comunidad, de San José de Secce. Suerte que no tuvieron ni su madre, Emilia Huayllasco Limanga, ni sus hermanos, Saturna y Fortunato.

Silveria cuenta que primero fueron los senderistas los que los obligaron a dejar su comunidad y se fueron a vivir a las alturas, y luego retornaron confiados de la llamada de los militares, quienes les prometieron cuidar de ellos. "Llegamos a Putis cuando el sol estaba por esconderse. En Putis amanecemos todos.

Mi cuñado, Martín Fernández, tenía permiso de la Base Militar de San José de Secce, y había venido a cosechar papa en Pampahuasi y se anocheció descansando con sus acémilas en Putis. Al amanecer los militares vinieron con lampas, palas y picos, y nos reunieron a todos.

A mi cuñado le dijeron: ándate rápido y él se fue". Al ver partir a su cuñado y temiendo por la vida de sus dos hijos, Silveria le dio el alcance y cuando los soldados se dieron cuenta que el hombre se iba con una mujer y niños, le increparon. "Mi cuñado me defendió de los militares diciendo que yo también era de San José. Eso me salvó de morir. Cuando estábamos ya más arriba escuchamos una balacera.

Al anochecer descansamos en Marccaraccay. Allí dormimos. Al amanecer, cuando estábamos cerca de Rodeo, llegó la señora Maura Fernández y pensé que los habían soltado a todos. Ella nos dijo: No hay nadie. Todos, niños, jóvenes y ancianos, han muerto".

Marina Quispe Saavedra también vivió para contarla. Ella logró escapar pero recién ahora ha podido volver a Putis, y ha estado presente durante las exhumaciones. "Tenía miedo de regresar a Putis ya que los militares asesinaban a los que regresaban. Después de mucho tiempo, hoy podemos ver sus restos, sus huesos", dice Marina, quien perdió a su suegra, Emilia Huayllasco Limanga, y a su hija, Rita Condoray Quispe.

HISTORIA DE UN HALLAZGO

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Silveria Condoray Huayllasco fue salvada por su cuñado.
Edmundo Cruz, periodista de investigación de La República que en el año 2001 reveló la existencia de las fosas de Putis, afirma que el mérito de este hallazgo les corresponde a los propios comuneros, pues fueron los que durante años reclamaron a las autoridades desenterrar a sus familiares asesinados hace 24 años.

Fue el 16 de noviembre del 2001 que Cruz y el reportero gráfico Virgilio Grajeda llegaron a las alturas de Putis tras ocho horas de caminata, acompañados por el sociólogo Jaime Antezana y comuneros del lugar. Allí se encontraron con las fosas que escondían los restos de las más de cien personas asesinadas por el Ejército en 1984.

En 1999 Cruz ya había intentado llegar a la zona, alertado por las denuncias sobre la matanza y las fosas de Putis, pero un enfrentamiento entre las fuerzas del orden y senderistas impideron que llegara hasta este lugar en aquella ocasión.

El periodista recuerda que en aquel primer viaje estuvo acompañado por el ex ministro Gino Costa, quien en ese entonces trabajaba en la Defensoría del Pueblo. Juntos pudieron llegar hasta la localidad de Marccaraccay, y en salvaguarda de sus vidas no continuaron el camino.

ZONA ROJA

Fuentes militares consultadas por Edmundo Cruz en aquella época le explicaron que en 1984 se había establecido que la comunidad de Putis había sido ganada por Sendero Luminoso, por lo tanto, según la lógica militar todos los habitantes eran senderistas.

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La fosa en en el 2001. Esta foto fue tomada por Virgilio Grajeda. Es una panorámica de lo que fue el colegio de Putis, lugar donde se han hecho las primeras excavaciones.
"A mediados de los años ochenta, la zona donde está ubicada Putis era considerada roja, y todo comunero que allí moraba era considerado terrorista en potencia. Ante la amenaza tanto de Sendero como del propio Ejército, la población huyó hacia las alturas, y cuando los militares los convencen de volver para establecerse en el pueblo bajo su protección es que ocurre la matanza", dice el periodista.

El testimonio de un soldado que formaba parte del destacamento de Putis y que Cruz recogió en aquella ocasión arrojó más luces sobre lo sucedido.

En el reportaje publicado el 27 de noviembre del 2001, Cruz recoge la versión de este soldado, quien le aseguró que los militares actuaron por otras motivaciones.

"Había gente conocida de Marccaraccay que trabajaba con la base militar y que dijeron "por qué no matamos a esa gente y declaramos que son terrucos. Todos esos animales los venderíamos y tendríamos plata". Había unos cinco de Marccaraccay, pero la verdad yo no los conozco por sus nombres.

Ellos a cada rato venían a la base trayendo el ganado que encontraban por acá, por allá", dijo el testigo.

"Los engañaron, les dijeron vamos a hacer una piscigranja. Acá vamos a hacer un cuadrado de tanto por tantos metros. Fueron más de tres horas. Todos los varones hicieron su propia fosa, ellos mismos... Los comenzaron a matar de seis en seis. Una parte de los efectivos estaba más o menos a cuarenta metros, vigilando por dónde podrían escapar.

El corralón donde los reunieron era el centro educativo. No pretendieron escapar porque estaban acorralados", aseguró el soldado, quien en aquel momento contabilizó 99 personas que fueron aniquiladas en Putis. La grabación, en audio y video, de este testigo, fue entregada a la CVR, que la incluyó en su Informe Final, en el apartado que le corresponde a las Ejecuciones Extrajudiciales en Putis.

Edmundo Cruz destaca también la ayuda importante de Zacarías Palomino Curo, teniente gobernador de la comunidad de Marccaraccay, quien guió a la base del Ejército cuando esta se instaló en Putis. "Durante mucho tiempo Zacarías Palomino tuvo miedo, ya que fue él quien llevó a los militares hasta Putis, pero desconociendo sus intenciones. Aún así, su testimonio fue fundamental para poder conocer los hechos y llegar hasta el lugar", dice el periodista.

La Repùblica

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