La revuelta armada se preparó durante varios años, bajo la dirección de los servicios secretos americanos
La revuelta armada se preparó durante varios años, bajo la dirección de los servicios secretos americanos, la CIA. Esto aparece claramente escrito en « The CIA’s Secret War in Tibet » (La guerra secreta de la CIA en el Tibet) de Kenneth Conboy (University Press of Kansas, 2002, 300 páginas). Se trata de una obra que el especialista de la CIA, William Leary, lo definió como “ un estudio excelente e impresionante sobre una de las operaciones secretas de la CIA más importantes durante la guerra fría”.
Tibet : ¿ A favor de la libertad junto a la CIA?
En 1951, los comunistas tomaban el poder en el Tibet. En el curso de los dos siglos anteriores, ni un solo país en el mundo había reconocido al Tibet como un país independiente. Durante estos doscientos años, la comunidad internacional había considerado el Tibet como una parte integrante de China o, al menos, como un Estado vasallo. Ya en 1950, India afirmaba que el Tibet era una parte integrante de China. Inglaterra que, hacía cuarenta años que ocupaba una posición privilegiada en el Tibet, siguió la posición india al pie de la letra.
Tan sólo los EEUU se mostraron vacilantes. Hasta la Segunda Guerra mundial, consideraron al Tibet como una parte de China e incluso frenaban a Inglaterra sobre sus avances en el Tibet. Pero, tras la guerra, los EEUU quisieron hacer del Tibet un enclave religioso contra el comunismo.
Contrariamente a lo que ocurre con la cuestión coreana, donde fueron completamente aislados. No consiguieron establecer ninguna coalición internacional. En 1951, la mayor parte de la elite tibetana, incluyendo la Asamblea General ampliada, aceptó el acuerdo de negociar con China una “liberación pacífica”.
Pero esto cambio cuando, en 1956, las autoridades decidieron aplicar una reforma agraria en los territorios tibetanos de la provincia de Sicuani. La elite local no aceptó que sus propiedades y sus derechos se vieran afectados. Estos hechos condujeron al levantamiento armado de 1959.
La revuelta armada se preparó durante varios años, bajo la dirección de los servicios secretos americanos, la CIA. Esto aparece claramente descrito en « The CIA’s Secret War in Tibet » (La guerra secreta de la CIA en el Tibet) de Kenneth Conboy (University Press of Kansas, 2002, 300 páginas) una obra sobre la cual el especialista de la CIA, William Leary, escribió “Un estudio excelente e impresionante sobre una de las operaciones secretas de la CIA más importante durante la guerra fría”.
Otro libro, « Buddha’s Warriors – The story of the CIA-backed Tibetan Freedom Fighters » (Los guerreros de Budha – La historia de los combatientes tibetanos de la libertad apoyados por la CIA), de Mikel Dunham (Penguin, 2004, 434 páginas) explica cómo la CIA llevó cientos de tibetanos a los EEUU, les condujo y les armó, les mandó paracaídas cargados de armas sobre su territorio, les formó en la utilización de las armas de fuego a la vez que se movían a caballo, etc.
El prólogo de esta obra ha sido redactada por “su Santidad el Dalai-Lama”. Sin duda este último considera un honor el hecho que la rebelión separatista armada haya sido dirigida por la CIA. En el prólogo, escribe “Aunque tenga el profundo sentimiento que la lucha de los tibetanos sólo podrá triunfar por un enfoque a largo término y utilizando medios pacíficos, siempre he admirado estos combatientes de la libertad por su valor y su determinación inquebrantables” (página XI).
El Dalai Lama: “ Los EEUU son los campeones de la democracia y de la libertad”. Por otro lado, según recuerda el especialista Peter Franssen, en octubre pasado, el Parlamento americano entregaba al Dalai Lama la Medalla de Oro, la condecoración más importante que el Parlamento puede entregar. Su siempre sonriente santidad, pronunció un discurso donde alababa a Bush por sus esfuerzos a nivel mundial a favor de la libertad, de la democracia y de los derechos humanos y calificó a los EEUU como los “campeones de la democracia y de la libertad”.
Un poco antes, había calificado la guerra en Afganistán como una “liberación” y la guerra de Corea de 1959 como una “semi-liberación”, mientras que el conflicto de Vietnam como “un fracaso”.
Es evidente que el Dalai Lama recibe el apoyo de la extrema derecha. No sólo por su anticomunismo rábico, sino también por su racismo. Con el objetivo de preservar la pureza de la raza oprimida, su gobierno en el exilio condena los matrimonios mixtos entre tibetanos y los “demás”. En este contexto, Jörg Haider, en Austria, podría sentirse identificado. Son también las personas como Haider los primeros en prestar su ayuda al Dalai Lama.
fuente: La Repùblica España
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