Derecho y Revés.
"El Ejército es el que está sentado en el banquillo". "Durante década y media se viene atacando al Ejército peruano con la existencia del Grupo Colina". Esas fueron expresiones, en el juicio que se le sigue a Fujimori, de Santiago Martin Rivas, jefe del Destacamento Colina y autor, según innumerables testimonios y pruebas, de graves crímenes contra los DDHH.
Los titulares de los diarios vinculados a la mafia fujimontesinista, palabras más, palabras menos, sostienen lo mismo, en una campaña mediática orientada a enfrentar a las FFAA con la democracia y quienes la defienden; atizan en ellas un falso espíritu de cuerpo que las hacer salir en defensa de quienes están hoy siendo procesados por delitos de corrupción o contra los DDHH.
Nuestras FFAA libraron una guerra contra un enemigo cruel como SL y también contra el MRTA; se vieron envueltas en un conflicto para el que no estaban preparadas, en el que presidentes democráticos como Belaunde y García las dejaron abandonadas, sin dirección política –como bien ha reconocido la CVR en su Informe Final– y al término de este, fueron mancilladas por Fujimori, Montesinos y Hermoza en niveles nunca vistos.
No todos nuestros soldados ejecutaron niños, niñas y ancianos como Telmo Hurtado; no todos violaron mujeres en la bases militares como sucedió en Manta y Vilcas; no todos secuestraron y desaparecieron campesinos, estudiantes y maestros; no todos integraron destacamentos co-mo Colina para acribillar personas desarmadas, entre ellas un niño como en Barrios Altos, o secuestrar y desaparecer personas como en La Cantuta, como lo hizo Martin Rivas.
Ellos traicionaron los valores por los que dieron su vida Bolognesi y Grau. Ellos, los criminales, de ninguna manera pueden representar a nuestras FFAA. Este no es solo un tema judicial, es un asunto de la mayor trascendencia para la democracia en el Perú. A diferencia de Argentina y Chile, en donde sus presidentes y los altos mandos de las FFAA reconocieron ante sus pueblos que sus instituciones habían cometido crímenes y pidieron perdón; aquí, al contrario, el Presidente y el Vicepresidente se convierten en defensores de lo indefendible y, en lugar de dignificar a nuestras FFAA, las afectan profundamente.
Por ello, ante el silencio del presidente García y del Ministro de Defensa, así como el de los líderes políticos en esta campaña malsana, salgo en defensa del honor y de la dignidad de quienes dieron su vida por nosotros. Las FFAA, restituidas plenamente a la estructura política y legal del país, deben procesar su rol en el conflicto interno y distinguirse con claridad de quienes actuaron contra la ley y los DDHH. Hacer que ello suceda es una responsabilidad política del Presidente, de la que no puede abdicar una vez más. O conduce civil y democráticamente a las FFAA o se convierte en cómplice de quienes quieren destruirlas moralmente.
fuente. La Republica Peru
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