miércoles, enero 21, 2009

Invasores de Pomac matan a tres policías, estaban desarmados. VIDEO





El desalojo de Pomac
En desalojo de Pómac, prohibieron a PNP usar armas de reglamento. General José Ubaldo dice que no ordenó avanzada a Palería II, donde ultimaron a suboficiales. Puso su cargo a disposición, pero igual lo investigarán.

José Rivas/Antonio Bazán.

Los mandaron a la guerra desarmados. Suena increíble, pero la Segunda Dirección Territorial Policial, jefaturada por el general PNP José Ubaldo Aliaga, dispuso que los efectivos que intervinieron en el desalojo de invasores del Bosque de Pómac, en Chiclayo, no portaran armas de reglamento. El saldo de este episodio fue tres suboficiales muertos.

Eran las seis de la mañana cuando el contingente de 1,500 policías llegó al sector El Progreso del distrito de Pacora. Dos horas más tarde, un grupo de avanzada de la Dirección de Operaciones Especiales (Dinoes) inició el desalojo.

Mientras los policías se dirigían a Palería, personal de la Cruz Roja trataba de persuadir a las familias invasoras a liberar la zona en forma pacífica. Algunos pocos aceptaron la sugerencia, como Humberto Ramírez Ochoa, quien se retiró junto con su familia del terreno que otros tantos –que no se identificaron– dijeron que no entregarían, pese a la acción policial que se veía venir.
Con machetes y palos en manos, este grupo de invasores advertía que si la Policía quería arrojarlos de la zona no les sería fácil. Con algunos minutos vencidos, confirmaron su recia resistencia.

Del lado de la PNP, tras ingresar a la zona de conflicto –cruzando el puente Montalván– empezaron a lanzar gases lacrimógenos para hacer retroceder al primer grupo de invasores que oponía resistencia en este tramo. Los comuneros respondían lanzando piedras con resorteras o bombardas, al tiempo que quemaban los plantones que encontraban en el camino. Las armas artesanales usadas por los invasores hacía descartar provisionalmente que estos portaban armas de fuego, pero no fue así.

Tras reagruparse, los policías avanzaron. Llegaron hasta una vivienda de donde Luis Antonio Barboza huyó de los agentes policiales por ser presuntamente uno de los atacantes de estos. Sin embargo, luego de ser perseguido, fue atrapado cuando se aprestaba a cruzar uno de los ríos de la zona.

Ya en manos de la PNP, uno de los efectivos que intervino hundió en las aguas del río a Barboza a fin de reducirlo.

Camino al infierno

Luego de que los policías celebraron este primer triunfo, avanzaron. Los agentes, provistos de solo un par de escopetas de perdigones de goma y gases lacrimógenos, lograron llegar hasta la Palería II.

Ellos no sabían que los comuneros los esperaban. Les cerraron las salidas quemando la maleza por el callejón que debían cruzar hasta llegar a su objetivo. Justo en la entrada de Palería II (donde la ocasión anterior opusieron resistencia y rechazaron a la Policía) los comuneros cerraron su cerco y procedieron a la emboscada.

Provistos de fusiles mauser y también de improvisados lanzagranadas, los comuneros lograron cercar a los poco más de treinta agentes, quienes debieron replegarse y tomar como escudo las instalaciones del colegio del sector.

Las bombas lacrimógenas se les acabaron y no llegaba el contingente que debía abastecerlos de municiones para que puedan mantener el control de la situación.

Fue entonces cuando el suboficial PNP Percy Tarifa Guzmán fue alcanzado por un impacto de bala en el ojo, y desde ese momento empezaron las bajas. Le siguió uno de sus compañeros, Rus Castillo Ortiz, que recibió un impacto de bala en el brazo. Luego fue abatido Fernando Hidalgo Ibarra, quien recibió un proyectil en el abdomen que le perforó el hígado.

Los agentes estaban caídos en plena línea de fuego, pero Hidalgo Ibarra no podía ser movido por sus dos compañeros que lo protegían apenas con sus escudos, pues podían ser presa fácil. Fue en ese momento que su amigo Carlos Peralta Padilla, junto con otros tres de sus compañeros, acudieron en su auxilio y lo llevaron hasta una zona segura.

Peralta Padilla cayó abatido cuando dejaba a su amigo con un agente que le daba asistencia médica. Un francotirador oculto entre los arbustos le disparó y el proyectil le impactó en la cabeza. Su muerte fue instantánea.

Los policías, junto con los periodistas que los acompañaban, vivían un infierno. El oficial a cargo de dicho batallón de incursión pedía desesperadamente auxilio por teléfono. Tuvieron respuesta una hora después. Y aunque el refuerzo policial controló la zona, todo estaba casi perdido.

Impotencia pura

Los agentes sentían impotencia y muchos lloraban por los compañeros caídos y porque sabían que los habían enviado a enfrentar a un enemigo que los superaba con creces en capacidad de fuego.

Ellos demostraron valentía y arrojo, pero no fue suficiente para sobrevivir al infierno.

Castillo, Tarifa e Hidalgo fueron evacuados por helicóptero a hospitales de Chiclayo, pero por la tarde los dos últimos se sumaron a Peralta Padilla en la lista de fallecidos.

La bala que terminó con la vida de Peralta pudo haber matado a cualquiera de los hombres de prensa que cubrían el hecho. Producto de los disparos, José Rivas Cabrejos, periodista de La República, resultó herido de la pierna derecha.

Aunque el escenario no se prestaba para continuar con la diligencia de desalojo, la titular del Juzgado Mixto de Ferreñafe, Elvira Rojas, y el general PNP José Ubaldo acordaron continuar con esta.

Al promediar las 4 pm, un grupo armado de policías ingresó a Palería II, donde –según el Ministerio del Interior– hubo 20 civiles detenidos. Pero además se incautó fusil AKM y una escopeta artesanal recientemente accionada. Luego, otros doce comuneros fueron trasladados a Seguridad del Estado.

Responsabilidades

Mientras, Noemí Solís, fiscal de prevención del delito, informó que iniciará una investigación al general PNP Ubaldo Aliaga por exponer irresponsablemente al personal policial que participó de la diligencia. Además preguntará al ministro del Interior, Remigio Hernani, porqué se actuó sin protección.

Al encarar a la prensa, Aliaga afirmó que el personal policial que avanzó a Palería II lo hizo por iniciativa propia, y no en respuesta a una orden suya. Luego dijo que pondrá su cargo a disposición, a la espera de que el ministro Hernani evalúe su condición y disponga cuál será su futuro en la Policía.

Claves

Alevosía. El ministro Remigio Hernani afirmó que los victimarios de los policías fueron francotiradores. Un reporte del Mininter reconoció que los policías no portaban armas durante la operación, según América TV.

Reproche. Familiares de los fallecidos reclamaron por la desidia policial en el envío de los agentes. “Está muy mal mandar policías desarmados”, dijo Fernando Hidalgo, padre del oficial abatido del mismo nombre.

En disputa

santuario. El Bosque de Pómac posee 5,887 ha. El área ocupada fue negociada por traficantes de la asociación Santa Clara A-La Palería y del Asentamiento Rural Ganadero Agrícola-La Palería.

“Pude tener la misma suerte de los policías”

“Pude tener la misma suerte de los policías caídos. Me sentí impotente de no poder ayudar a esos jóvenes. Tuve que ver cómo los mataban, pues estaban desarmados”, narró José Rivas, curtido redactor de la sección policiales de La República del norte, quien resultó herido de bala en la pierna derecha durante la emboscada de los invasores del Bosque de Pómac a los efectivos a cargo de su desalojo.

Advertido de que la resistencia de los invasores sería mayor en Palerías II, Rivas llegó a este lugar en la madrugada tras una intensa caminata. Al mediodía se produciría lo que él califica de masacre. “Los policías tardaron en intervenir, y cuando lo hicieron increíblemente no tenían armas. Con sus escudos no se pudieron proteger. Fue una masacre. Las balas llovían y policías y civiles corrimos hacia un colegio, pero antes de ingresar ahí cayó herido un policía y el otro que intentó ayudarlo fue impactado en la cabeza. Los tiros eran a matar”.

Hace cuatro años, los invasores también opusieron resistencia al desalojo utilizando armas de largo alcance, y Rivas reportó el hecho. “Por eso me sorprende la actuación de la policía”, refirio
La Republica

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se puede permitir que las invasiones sigan, se debe decretar toda prohibicion de regalar terrenos, se saber por decadas que esto es un negocio, es toda una mafia que en nombre de la pobreza se hace lucro.
quien va a reponer la vida de estos pobres policias que no imaginaron el horror de morir en manos de unos salvajes que al parecer quedaran impune como siempre.