De continuar, la polémica Yehude Simon vs. la izquierda (en todas las fases de la maduración) oxigenaría mucho el ambiente político. En esta fase no pasa de ser el mismo cúmulo de acusaciones, reproches y recordaris de todos los días. Lástima, pues su tema de fondo es la forma que asumirá la actual oposición de izquierda en las elecciones del 2011.
No hay un proyecto unitario de la izquierda en el país. Puede decirse que ella aún no ha definido su perímetro. Es decir un conjunto de agrupaciones a las que todas las demás reconozcan la calidad de izquierdista. Por eso Simon puede ofrecer/pedir alianza con un sector determinado, aunque resulta sintomático que lo rechacen todos.
La iniciativa de Simon les resulta doblemente incómoda pues de alguna manera los obliga a enfrentar prematuramente el tema de cómo se van a arreglar entre ellos. El histórico asunto de ir separados o unidos. Esto no está siquiera planteado a estas alturas, en que la norma es concentrarse en proyectos propios.
Algunos de esos proyectos parecen genuinamente propios, en el sentido de querer dar una batalla electoral diferenciada hasta el final. Aquí la idea es perfilar la ideología, acumular presencia y votos para próximas contiendas, lograr un grupo parlamentario inevitablemente reducido, pero consistente. En dos palabras, docencia política.
Otros proyectos son vagones en el camino a engancharse con la gran locomotora Ollanta Humala, o por lo menos intuyen que no tienen un mejor camino. El problema aquí es que el propio Humala todavía no parece tener clara su propuesta para el 2011. En estos años sus relaciones con la izquierda han sido más bien distantes.
La otra fuerza a la que implícitamente convoca Simon son los políticos regionales de izquierda dedicados a las tareas administrativas de su cargo. Pero estos no son ni remotamente un movimiento. Hay presidentes y alcaldes armando proyectos comunes, por cierto, pero su principio articulador todavía no está realmente claro.
Vemos, pues, que desde un punto de vista logístico, a mal palo se arrima Simon. Pues al no tener claro cómo se va a presentar al 2011 (y eso vale para el 2010), tampoco tiene claro la izquierda cómo va a hacer para conseguir más votos que los que ahora la alumbran. Eso Simon lo sabe, lo cual vuelve su propuesta tanto más insólita.
Lo que Simon busca hoy es ser una imagen alternativa a Humala en la izquierda y, con un poco de suerte, un polo de aglutinación. La presencia del Apra en su planteamiento parece un elemento más bien secundario, una cortesía para con sus anfitriones. La izquierda cree que Simon quiere sus almas. Lo que desea es llevarse sus últimos votos.
La Republica,
Vie, 27/02/2009
No hay comentarios.:
Publicar un comentario