lunes, enero 28, 2008

'El alma de los verdugos' de Baltasar Garzón Real y Vicente Romero

Las caras de la muerte

Sus detractores lo llaman el "juez estrella" pues señalan que, en afán de protagonismo, ha perseguido a los más notorios violadores de derechos humanos. Baltasar Garzón Real, magistrado de la Audiencia Nacional Española, ha escrito –junto con el periodista de Televisión Española Vicente Romero– "El alma de los verdugos", imperdible testimonio de las atrocidades cometidas durante la dictadura que azotó a Argentina durante siete años.

Por Nilton Torres Varillas
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Dúo dinámico. Magistrado y periodista han entrevistado a decenas de sobrevivientes de los horrores de la dictadura. Los testimonios son expuestos de manera descarnada. Un llamado de atención para que no se repita.
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El juez Baltasar Garzón se ha convertido en un cazador de monstruos. Como magistrado de la Audiencia Nacional Española, el máximo ente de justicia del país ibérico, ha perseguido a los autores de los crímenes más atroces contra la humanidad y su derecho fundamental: la vida.

Fue desde su despacho que promovió la orden de arresto contra el ex dictador chileno Augusto Pinochet por la muerte y tortura de ciudadanos españoles durante su mandato de facto. Pero este sólo fue el punto de partida de un trabajo que le fue revelando la esencia misma de aquellos asesinos que le ha tocado perseguir bajo el amparo de la justicia. Y quizá también a manera de exorcismo es que ha publicado ahora, al alimón con el curtido periodista de Televisión Española Vicente Romero, un libro titulado "El alma de los verdugos", voluminoso trabajo que en sus casi seiscientas páginas, tal como su nombre lo dice, devela el interior de aquellos personajes encargados de hacer sufrir hasta la muerte a los "enemigos" de la dictadura que asoló Argentina de 1976 a 1983. Y lo hace a través de testimonios, no solamente de aquellos que lograron sobrevivir al terror de un régimen que, en nombre del Estado y la moral cristiana, asesinó a 30 mil seres humanos. También recoge las voces de los familiares de los siniestros agentes que reniegan y se avergüenzan de su involuntario legado.

Es un texto que empezó a nacer cuando Romero entrevistó a Garzón para un reportaje que hacía sobre las dictaduras latinoamericanas. En ese encuentro se confrontaron y unieron las emociones del magistrado y del periodista, hallando ambos un punto de fuga común a través de este trabajo que incluye un DVD con imágenes y entrevistas que ayudan a contextualizar y darle un mayor asidero a la investigación.

Muy a su estilo, durante la cena de presentación del texto efectuada el pasado 17 de enero en la Casa de América de Madrid, el juez Garzón recordó la ocasión en que visitó por primera vez las instalaciones de la "Escuela de Mecánica de la Armada" (ESMA), ignominioso edificio bonaerense en donde se detuvo, torturó y asesinó, a centenares de enemigos del régimen militar argentino, señalando que aquella fue una experiencia muy intensa y dolorosa. Y como quien no quiere la cosa, aprovechó para exigir que uno de aquellos torturadores, Ricardo Miguel Cavallo, alias "Serpico", quien fuera extraditado de México en el 2003 gracias a sus gestiones, sea procesado de una vez por todas por la justicia de su país y no siga disfrutando de un proceso que en breve debería ingresar en su fase final.

Ramón González, periodista de "Letras Libres" que estuvo presente en aquella ocasión, dice en el blog de la redacción de dicha revista que, aunque Garzón no impresiona tanto en persona como él creía, sin duda es convincente en lo que dice y defiende, y "habla de la necesidad de que exista una especie de justicia universal, de que ningún matarife se sienta seguro cometiendo sus atrocidades; afirma que el asesinato de un joven en la Argentina dictatorial es en realidad un crimen contra todos y que, por tanto, no puede prescribir y debe poder ser juzgado en cualquier parte del mundo que garantice seguridad jurídica". Y sobre esta premisa se sostiene "El alma de los verdugos".

A manera de adelanto y esperando que el libro llegue pronto a las librerías locales, DOMINGO rescata pasajes de la obra de Garzón y Romero, que nos remite a nuestra propia experiencia del pasado reciente, de la que aún queda mucho por descubrir.

LA MENTALIDAD DE LOS TERRORISTAS DEL ESTADO

Dice Baltasar Garzón:

"La mentalidad de los verdugos ha sido siempre la misma. Matan por obligación, matan y torturan por costumbre, por cumplir órdenes. Matan porque creen que sirven a un fin alto, sea religioso o político. (…) Pero, sobre todo, matan por cobardía. No asumen la existencia de su actividad con carácter abierto, y ahí aparece el primer síntoma de su cobardía: tienen que ejercer su función en la clandestinidad. Incluso en las situaciones de mayor poder, como ocurrió bajo la dictadura Argentina, ejercen siempre a escondidas. Por eso inventaban estrategias o estratagemas para aparentar que había enfrentamientos armados. Y actuaban por las noches, con nocturnidad y con miedo. Porque al fin y al cabo se comportaban como delincuentes, pese a haber establecido que obedecían a los valores de la civilización occidental y cristiana. Pese a perseguir una finalidad tan loable, entre comillas, hacían todo clandestinamente, a escondidas. Es decir, con mala conciencia. No lo reconocían. Aún hoy día niegan la evidencia y se escudan en haber mantenido una supuesta guerra contra la subversión en la que ni ellos mismos creen.Me gustaría saber lo que realmente piensan, si se creen sus propias mentiras. Es posible que su fanatismo los lleve a ello".

(Diálogo entre Garzón y Romero)

Dice el juez:

–Un torturador, un verdugo, no se hace de la noche a la mañana. Tendríamos que renunciar a lo que significa la condición humana para afirmar eso. Si una persona necesita una formación específica durante años para llegar a ser algo en la sociedad, transformarla conforme a valores contrarios requiere también un complejo proceso. Sobre todo para convertirla en alguien susceptible de actuar como un asesino en un momento dado y después dejar de serlo. Porque estamos hablando de una delincuencia política, amparada en un aparato de terror, que es el poder en sí mismo. Pero ese poder tiene muchas aristas políticas, sociales, económicas, y se desarrolla ante situaciones concretas. Hay toda una cultura de terror que produce o adquiere los instrumentos precisos.

–Pero cuando se da un golpe de Estado y se desencadena la represión, el terror se siembra utilizando una maquinaria militar y policial que existía previamente, que había sido creada con anterioridad bajo un sistema democrático.

–Tampoco creo que sea exactamente así, Vicente. Las instituciones no cambian de la noche a la mañana. Debe haber un deterioro previo del sistema democrático, para hacer posible que un grupo de desalmados corrija el rumbo político mediante el aniquilamiento del propio sistema. (…) En la Argentina de 1976 los militares tuvieron que planear un nuevo sistema, e instruir clandestinamente a los efectivos castrenses, aleccionándolos sobre todos los desarrollos posteriores al golpe de Estado.

–¿Clandestinamente? Las doctrinas políticas y las recetas represivas aplicadas por los verdugos, y no sólo en Argentina, forman parte de las enseñanzas tradicionales en las academias militares y de policía.

–El golpismo se desarrolla siempre de forma clandestina, incluso dentro de las instituciones. No se trata de una ideología ni de unos métodos que se prediquen abiertamente. Se ocultan y se guardan las apariencias democráticas. Por ejemplo la Escuela de las Américas, tan famosa en aquella época, era un centro de formación de militares golpistas pero nadie asumía públicamente que en sus aulas se estuviese preparando a oficiales de distintas nacionalidades para atentar contra sus propios gobiernos democráticos. Ni que se les capacitara para reprimir, torturar y asesinar a sus conciudadanos.

Se revestían sus cursos de formación con unos ropajes ideológicos que no eran reales, en honor a la patria y en nombre de una lucha justa contra la subversión o el terrorismo. Es decir, se buscaban excusas políticas para crear la mecánica de una verdadera internacional del terror, desarrollada en América Latina durante los años setenta y ochenta del pasado siglo.

(…)

Dice Vicente Romero:

–Volviendo a la mentalidad de los verdugos, Baltasar, parece responder a una profunda dicotomía. Resulta evidente en casos como los que se dieron en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), donde algunos verdugos salían por las noches a cenar con prisioneras a las que mantenían engrilletadas y torturaban durante el día. Pero admitir tal dicotomía patológica significaría considerarlos enfermos mentales. Y no lo son.

–Yo tampoco creo que sean enfermos mentales ni que se les pueda considerar como tales. Eran perfectamente conscientes de lo que hacían. Cuando un verdugo se sabe con poder de decisión sobre la vida o la muerte de sus víctimas y puede disponer de ellas sin límite alguno, resulta imposible saber hasta dónde puede llegar en su degeneración como ser humano.

–¿Se trata entonces de personas normales, cuyo comportamiento aberrante está determinado por el ejercicio de la violencia y de un poder casi absoluto sobre sus víctimas?

–Necesariamente tienen que ser normales… dependiendo de los parámetros que se establezcan para la normalidad. Evidentemente si tomamos los de quienes nos rodean habitualmente, aquellos tipos de la ESMA estaban totalmente trastornados. Porque en una mente normal no cabe que se pueda ser torturador de profesión, ejercer como tal por las mañanas parando a tomar un café a las once, acariciar a tu mujer y a tus hijos cuando se vuelve a casa. Si existen personas capaces de actuar así es porque el poder les da la capacidad de hacerlo. Si estuvieran en una situación diferente se comportarían de otro modo muy distinto, jamás harían esas cosas. Por tanto, se trata de seres normales. Es la sensación de impunidad absoluta lo que te permite quebrantar todos los límites. Y una vez que los sobrepasas, ya no paras".


LOS GRITOS DEL SILENCIO

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Una sola. Las Madres de la Plaza de Mayo fueron para Garzón (en la foto) y Romero importantes fuentes de información. Junto al juez español, la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner.


Dionisia López Amado (página 69), ciudadana española conocida más de treinta años como ‘la gallega de la zona norte’, fue una de las primeras Madres de la Plaza de Mayo y presidenta de la Comisión de Familiares de Desaparecidos Españoles. Su hijo Antonio López fue secuestrado el 15 de mayo de 1976 junto a su esposa, Stella Maris.

"Yo viví la guerra civil en España cuando era chica, y recuerdo sus horrores. Pero aquello fue una guerra civil. Y lo que pasó aquí no fue una guerra civil ni una guerra, como afirman los militares. Esto fue una masacre. Una masacre bien orquestada, con todo bien organizado y puntualizado, sabiendo a quién se llevaban".

Walter Docters (página 142) fue un joven miembro del clandestino Partido Revolucionario de los Trabajadores. Hijo de policía, él también siguió la profesión pero motivado principalmente por la agrupación política a la que pertenecía, la misma que temía la posibilidad del surgimiento de una nueva dictadura, y siendo importante conocer desde adentro a las fuerzas de seguridad, infiltró a muchos de sus correligionarios en estas instituciones militares y policiales. Docters fue descubierto y detenido cuando ejercía el cargo de secretario del director de la Escuela de Suboficiales y Tropa. A fin de saber hasta dónde había logrado filtrar información, fue entregado a los más salvajes torturadores.

Él dice: "Yo creo que no son seres humanos sino el animal más parecido al ser humano por la contextura física, pero con un tipo de mentalidad distinto al del ser humano. Los detenidos sufrimos todo tipo de vejaciones estando en los lugares de torturas. Yo he visto torturar a bebés o a chicos colocados sobre el pecho de su padre, para hacer que hablara el padre; y a las mujeres les habían hecho absolutamente de todo… para ser ejemplificadores, a algunos los cortaron con bayonetas y los dejaron tirados en los pasillos. Por eso digo que hay una serie de cosas que cualquier ser humano sería incapaz de hacer, que cualquier persona nacida de una madre tendría vergüenza de hacer. Y ellos las hacían sin vacilar. Realmente para mí no son seres humanos".


BURÓCRATAS DEL DOLOR

El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, autor de "Las venas abiertas de América Latina" y testigo de facto de los crímenes de la dictadura Argentina, se entrevistó con Baltasar Garzón y Vicente Romero. Y fue el famoso juez español quien, como no queriendo la cosa, le preguntó con muchísimo humor negro a quién ubicaría en el primer puesto si le pidieran elaborar un siniestro ranking de verdugos.

Galeano entonces reflexionó y respondió con una gran lucidez: "Este es un campeonato muy disputado, hay muchos candidatos. Pero a mi juicio, el verdugo más verdugo de todos, el más terrible, el más peligroso, el más despreciable, es el sistema que hace necesarios a los verdugos. O sea, el sistema que los emplea. Porque, en el fondo, los verdugos son burócratas del dolor. No les vamos a regalar la grandeza de creer que son monstruos extraordinarios. Son miembros de la burocracia".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no se si ustedes sabran, pero el señor Baltasar Garzon ha ordenado centenares de detenciones contra militantes vascos, de los cuales muchisimos de ell@s han sufrido graves torturas en comisaria durante el periodo de incomunicacion ordenado por el...ha cerrado periodicos, radios, a ilegalizado organizaciones y partidos politicos de izquierdas...nosotr@s los vasc@s entendemos su sufrimiento, pero no se dejen engañar por un lobo con piel de cordero que lo unico que pretende es hacerse publicidad a costa de su sufrimiento. de todas maneras les sugiero que se informen de lo que supone y ha supuesto ese señor en el sufrimiento del pueblo vasco.

Anónimo dijo...

me parece increible que eduardo galeano se preste a conversar con un fascista y un torturador como este!...lamentable. vasco