martes, enero 22, 2008

Evo, contra viento y marea - Cesar Levano

Se cumplen hoy dos años de Evo Morales en la presidencia de Bolivia. Ha cumplido una buena prueba de resistencia.

Evo ha logrado vencer los ­aprestos de guerra civil, fomentados –¡cuándo no!– por el imperialismo norteamericano. Ha vencido la resistencia de la ultraderecha paleoliberal, cuyo personero, Jorge Quiroga, tiene más eco en un canal de TV peruano que en el pueblo de Bolivia. Ha resuelto, sin torcer su rumbo, conflictos petroleros originados por su política nacionalista.

Evo Morales es para muchos un exponente del indio revolucionario, aunque el término "indio" sea tan insultante cuando lo emplean algunos que son o se creen blancos.

Mario Vargas Llosa escribió en El País de Madrid, el 15 de enero de 2006, cuando Evo estaba a punto de ocupar el Palacio Quemado: "tampoco el señor Evo Morales es un indio, propiamente hablando, aunque naciera en una familia indígena muy pobre y fuera de niño pastor de llamas… don Evo es el emblemático criollo latinoamericano, vivo como una ardilla, trepador y ­latero".

O sea que, según nuestro ilustre escritor, Evo Morales es de familia indígena, pero no es indio. Comprenne qui pourra se dice en francés: que comprenda el que pueda.

Lo claro es la segunda frase. Un escritor español le preguntó a Vargas Llosa, también en El País: ¿no se ha dado cuenta de que también a él se le podrían aplicar esos términos que se quieren despectivos?

El presidente de Bolivia es, en todo caso, un ejemplo de luchador social surgido de las capas más profundas de su pueblo. Sí pues, pastor de llamas y, luego, futbolista y fundador de un partido de izquierda, inicialmente muy minoritario.

Una tragedia aguzó la visión del futuro político. Fue en 1981, cuando tenía 22 años de edad. Un cocalero fue asesinado a golpes y luego quemado vivo, porque se negaba a declararse narcotraficante.

Después, cuando ya era diputado, denunció con coraje los crímenes que en el Chapare come­tían las fuerzas del orden que actuaban bajo el impulso del Plan "Dignidad", impuesto por Estados Unidos para erradicar los cultivos de coca. Al final, un frente reaccionario encabezado por el "demócrata" Jorge Quiroga lo despojó de su escaño.

Evo prosiguió su lucha a favor de los cocaleros y de la soberanía de su país. Su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), conquistó gracias a eso el poder.

Sirva este aniversario para reafirmar la amistad del Perú con Bolivia, y para recordar hasta qué punto es contrario a la historia y suicida para nuestro país sacrificar la amistad con Bolivia en aras de un pacto infame con Chile y Colombia, bajo órdenes de Wa­shington.

Felizmente, hoy, Bolivia no está sola. Tiene no sólo la simpatía de los pueblos de América, sino también el apoyo de los gobiernos más progresistas y más poderosos de nuestra América.
fuente: La Primera - Peru

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