jueves, abril 17, 2008

Política anticorrupción, prioridad nacional - Susana Villarán

Derecho y Revés.

Observo pasmada cómo se tiran la pelota entre funcionarios de Alejandro Toledo y del APRA sobre el escándalo en el Banco de Materiales. Me asombra la sangre fría con la que Alan García, tres años después, se atreve a hablar de problemas en la gran Interoceánica del Sur cuando fue consciente de que no pasaría por el Sistema Nacional de Inversión Pública y consintió que su bancada aprobara la ley 28760 que la declaró de interés nacional, acallando las observaciones prudentes que habíamos realizado, la contraloría y algunos políticos contados con los dedos de la mano, nosotros entre ellos. García, en plena campaña electoral, bendijo la obra a cambio de los votos del sur.

Alfonso Quiroz, experto en el tema, sostiene que, en momentos de alta corrupción (Echenique, Leguía, Fujimori), el monto de ésta puede llegar hasta a un 5% del PBI y que en momentos de menor corrupción, oscila en un rango del 2 al 3%. En cifras del historiador económico, el país pierde entre el 30 y 50% de sus posibilidades de desarrollo.

La corrupción es la enemiga número uno de la lucha contra la pobreza, la que socava la confianza en la autoridad, la que pervierte a las instituciones y debilita profundamente a la democracia. Es un fenómeno multidimensional que no perdona a ninguna sociedad; no es privativo de las dictaduras, crece también en la democracia; aunque en este régimen político existen mayores posibilidades de controlarla.

La corrupción crece y se reproduce como un cáncer en un ambiente de discrecionalidad, de concentración del poder y de ausencia de rendición de cuentas a la ciudadanía. Es un mal extendido y las personas y grupos que quieren beneficiarse privadamente de lo que es público se encuentran agazapadas en todas las instituciones y partidos políticos. Por ello, es indispensable la actitud decidida, el comportamiento claro y sin ambigüedades, así como las propuestas de las y los líderes para prevenirla, sancionarla y erradicarla.

En el Perú nos gobierna Alan García, que no lidera y, menos aún, propone una política contra la corrupción. La ONA no lo es, no basta salir en su estilo histriónico y luego de que los hechos suceden a rasgarse las vestiduras como en tantas situaciones en esta segunda gestión de gobierno; no nos convence que, a última hora y ante el clamor de la gente y la presión de los medios, le baje el dedo a Tula Benítez.

Tuvimos una política pública integral contra la corrupción. La diseñamos y empezamos a ejecutarla en el Gobierno de Transición (la última oportunidad perdida por la mediocridad de los políticos de siempre, en el tiempo en el que el gran corrupto huyó al Japón). La Iniciativa Nacional Anticorrupción fue la política pública y el Sistema Anticorrupción edificado permitió traer a Fujimori a rendir cuentas a la justicia y que estén hoy en la cárcel personajes a los que la justicia jamás osó tocar en la historia de la República.

Pero no basta. Fujimori no es el único. Lamentablemente.

16 de abril 2008 La Repùblica
Quiroz, Alfonso "la corrupción en el Perú: Una larga historia". Revista Punto de Equilibrio, año 12, Nº 82. Lima, agosto del 2003.

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